La Historia de Hetty Green, La mujer más Tacaña del Mundo («La Bruja de Wall Street»)

11 de agosto de 2024

La Historia de Hetty Green, La mujer más Tacaña del Mundo («La Bruja de Wall Street»)

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Era una de las mujeres más ricas del mundo, pero cosía sus propios calzones para ahorrar dinero y lavaba su vestido solo lo necesario para no gastar tanto jabón. Además, se alimentaba con restos de pasteles y galletas que conseguía por unos cuantos centavos en tiendas de comestibles y todos los días discutía para que le regalaran un hueso para alimentar a su perro… Esta es la historia de Hetty Green, quien fue reconocida por el Libro Guinness de los Récords como “La persona más tacaña del mundo”.

¿Cómo se convirtió Hetty Green en una de las mujeres más ricas de la historia y cómo se ganó la fama de "tacaña"?

Henrietta Howland Robinson, más conocida como Hetty Green por su apellido de casada, nació el 21 de noviembre de 1834 en New Bedford, una ciudad estadounidense ubicada en el estado de Massachusetts.

Hetty fue la hija mayor de Edward Mott Robinson y Abby Howland. Su hermano menor lamentablemente falleció cuando era apenas un bebé.

Su familia pertenecía a la Sociedad Religiosa de los Amigos, una comunidad religiosa de origen cristiano protestante también conocida como Los Cuáqueros, cuyos valores y principios están alineados con la prudencia, la austeridad y el trabajo duro. Estos valores y principios serían determinantes para la vida de Hetty.

La familia de Hetty era una de las más ricas de la ciudad desde cuatro generaciones atrás. Se dedicaban principalmente al negocio ballenero, a los bienes raíces, a las inversiones bursátiles y al comercio con China.

A la edad de 2 años, Hetty fue enviada a vivir con su abuelo materno, Gideon Howland, y su tía, Sylvia Ann, esto debido a que su madre enfermaba con regularidad y su padre mantenía ocupado atendiendo sus negocios.

En casa de su abuelo, la pequeña comenzó a involucrarse en el tema empresarial y financiero prestando atención a documentos comerciales e informes bursátiles. Ella se encargaba de leerle a su abuelo todos los días las noticias financieras y datos de cotizaciones de acciones en el periódico, y él le explicaba cuáles eran las mejores acciones para comprar y por qué. Poco a poco, la chica fue aprendiendo estrategias comerciales y de inversión que más adelante le ayudarían a amasar su fortuna.

A la edad de 10 años, ingresó al internado Eliza Wing School en Sandwich, Massachusetts. Allí ya mostraba que sus intereses no eran los de otras niñas de su edad, pues se sentía más atraída por las finanzas y las inversiones que por jugar con muñecas o saltar la cuerda.

A sus 13 años, gracias a sus grandes habilidades para los números y las finanzas, se convirtió en la contadora familiar. Día a día acompañaba a su padre en la gestión de sus negocios: visitaban almacenes, negociaban con comerciantes de productos básicos y se reunían con corredores de bolsa para revisar oportunidades de inversión. Uno de los consejos que le dio su padre, fue:

“No le debas nunca nada a nadie, ni siquiera un acto de bondad o de generosidad.”

Tras el fallecimiento de su abuelo, sería su padre quien quedaría a cargo de la empresa ballenera familiar Isaac Howland. A partir de ese momento, Hetty se involucraría de tiempo completo en la empresa, apoyando a su padre aplicando las lecciones financieras y comerciales que había aprendido de su abuelo.

Hetty Green Vs La Sociedad del Siglo XIX

A la edad de15 años, Hetty asistió a una sesión de verano en Friends Academy, seguida de tres años en una escuela en Boston, donde a las estudiantes se les enseñó normas de comportamiento y etiqueta social de los tés, cenas y bailes. En aquella época, las mujeres aún no eran consideradas legalmente personas plenas: no tenían derecho al voto, no se les confiaba el manejo del dinero y se esperaba que se dedicaran exclusivamente a las labores del hogar. Su rol en la sociedad estaba muy limitado y no era bien visto que participaran en “actividades exclusivas de los hombres”, como los negocios; por ello las familias procuraban que sus hijas aprendieran a “comportarse como damas”, pues esto les aseguraba un espacio en la sociedad y les facilitaba la labor de encontrar un marido que se hiciera cargo de ellas… Pero nada de esto interesaba a Hetty. Ella tenía planes muy distintos a los que la sociedad tenía para ella. Su interés no era encajar en la sociedad, sino vivir la vida bajo sus propios términos.

Conforme transcurría el tiempo, la personalidad de Hetty chocaba mucho más con los paradigmas y estándares sociales de la época. Pese a tener una posición económica destacada, no le interesaba vestir con ropas caras ni joyas para que los demás se dieran cuenta de que pertenecía a una familia adinerada; todo lo contrario, procuraba vestir con trajes sencillos y empezó a adoptar un estilo de vida muy austero.

Cuando la chica cumplió 20 años, su padre le obsequió un armario con vestidos caros y de moda para que “vistiera como dama” y consiguiera marido. ¿Qué hizo ella? Vendió los vestidos y con el dinero compró bonos del gobierno, dejando así bien claro cuáles eran sus prioridades.

Posteriormente, Hetty fue enviada a Nueva York para que se relacionara con la alta sociedad y conociera algún hombre de su nivel con el que pudiera casarse. Poco tiempo después regresó sin marido, pero sí con nuevas inversiones y entusiasmada por seguir aprendiendo de negocios al lado de su padre. Su padre se llenó de orgullo al ver que ella compartía su placer por ganar dinero. Caso contrario ocurrió con su madre y su tía, quienes se preocupaban por el futuro de la joven si no lograba conseguir un buen esposo. Su tía llegó hasta a amenazarla con desheredarla si no se casaba.

El 21 de febrero de 1860, cuando Hetty tenía 25 años, su madre falleció y le dejó como herencia una casa que hoy valdría más de $250.000 dólares.

Por estos años, comenzó a desarrollarse la industria petrolera en Estados Unidos y el negocio ballenero decayó debido a la reducción en la demanda de aceite de ballena, el cual era usado como combustible. Ante esta situación, Edward Robinson, padre de Hetty, no tuvo más opción que liquidar su empresa ballenera y se mudó a Nueva York para enfocarse en las inversiones bursátiles y en los bienes raíces. Hetty ocasionalmente lo visitaba y le ayudaba en sus nuevos negocios.

El camino de Hetty Green para convertirse en la mujer más rica del mundo

En 1865, cuando Hetty tenía 30 años, su padre y su tía fallecieron dejando una gran fortuna que sería para ella como única heredera; no obstante, cuando la joven fue a reclamar lo que le correspondía, se encontró con una gran sorpresa: su padre sí le heredó su fortuna, unos $6 millones de dólares de la época, pero la mayor parte la dejó en un fideicomiso del cual Hetty solo podría tomar los intereses para mantener el patrimonio intacto; y su tía decidió donar la mitad de su fortuna a la caridad. En total, Hetty solo iba a poder disponer de aproximadamente $1 millón de dólares. Al enterarse de esto, sintió gran frustración, porque ella quería disponer del dinero completo para administrarlo e invertirlo según sus propios principios y estrategias.

Totalmente decidida a reclamar lo que consideraba como suyo, inició un proceso judicial cuestionando la legitimidad del testamento de su tía y presentó una supuesta adición que le otorgaba acceso a toda la fortuna que dejó. Finalmente, el tribunal declaró falsa la adición presentada por Hetty y solo le entregó un fideicomiso por $600.000 dólares.

Aunque el dinero recibido fue mucho menos de lo que esperaba, Hetty se propuso a invertirlo con disciplina y astucia para construir su propio patrimonio.

Llena de determinación, se mudó definitivamente a Nueva York para invertir en la bolsa de valores y en bienes raíces. Sus inversiones favoritas eran las relacionadas con minería, ferrocarriles y bonos gubernamentales. También otorgó préstamos a empresarios e invirtió en préstamos sobre hipotecas. No le gustaba especular, prefería hacer inversiones a largo plazo y adquirir activos bien respaldados que estudiaba con meticulosa dedicación.

“En los negocios en general, no cierro una negociación hasta que haya reflexionado sobre ella durante la noche. Antes de decidirme por una inversión, busco todo tipo de información al respecto.” -Explicó Hetty.

Poco a poco, su patrimonio comenzó a crecer gracias a sus grandes habilidades para las finanzas y los negocios, las mismas que había desarrollado desde la infancia aprendiendo al lado de su abuelo y su padre.

Con mucha astucia e ingenio, Hetty fue abriéndose espacio en el mundo empresarial y financiero mientras las miradas de la sociedad se posaban sobre ella cuestionando qué hacía una mujer dedicándose a actividades que eran consideradas exclusivas para hombres. En los pasillos de Wall Street se susurraba su nombre acompañado de fuertes críticas porque era inaceptable que una mujer estuviera más preocupada por hacer negocios e invertir, que por vestirse de acuerdo con estereotipos para encajar en la sociedad y conseguir marido.

“Mientras que las mujeres no ahorren, es poco probable que tengamos muchas mujeres millonarias en este país. Una niña debe ser educada para poder ganarse la vida, ya sea que herede una fortuna o no. Las mujeres deben aprender sobre cuentas bancarias, hipotecas, bonos y el funcionamiento de los intereses.” -Afirmaba Hetty.

El 11 de julio de 1867, con 32 años de edad, Hetty se casó con Edward Green, un hombre de negocios perteneciente a una acaudalada familia de Vermont. Este fue un matrimonio muy particular, porque Hetty pidió que se firmara un acuerdo prenupcial para mantener las finanzas de ambos separadas, algo que no era común en la época.

Tras la boda, la pareja se mudó a Manhattan y luego se fueron a vivir a Londres. Allí se establecieron en el Hotel Langham y tuvieron dos hijos: Edward Howland Robinson Green y Harriet Sylvia Ann Howland Green.

Luego de siete años en Londres, se mudaron a Vermont, ciudad natal de Edward Green. Una vez establecidos en su nuevo hogar, comenzaron a surgir problemas, tanto en el plano financiero como en el social. Las malas decisiones financieras de Edward lo llevaron a la quiebra en 1885, y, si bien tenían sus finanzas separadas, Hetty terminó afrontando parte de las deudas contraídas por su esposo. Ante esta desafortunada situación, Hetty decidió separarse de Edward, sin embargo, no se divorciaron como tal. Hetty quedaría a cargo de sus dos hijos.

Hetty Green: Una de las mujeres más ricas (y tacañas) del mundo

Aunque para ese momento Hetty ya era una de las personas más ricas de Estados Unidos, no le interesaba llevar una vida de lujos ni derroches. En lugar de comprar costosas mansiones, prefería vivir en estrechos departamentos o en habitaciones de hoteles baratos, y se mudaba regularmente entre Nueva York y Nueva Jersey para evitar tener que pagar impuestos de residencia permanente. Tampoco le gustaba gastar en ropas caras ni en vajillas lujosas. Ni siquiera tenía su propia oficina; para ahorrarse lo del alquiler atendía sus negocios en las oficinas del Chemical Bank de Nueva York, donde tenía guardada su fortuna. Su estilo de vida era muy sencillo y austero, solo quería llevar una vida tranquila al lado de sus hijos sin preocuparse por cuestiones materiales.

William Jennings Bryan, Ex Secretario de Estado de los Estados Unidos y tres veces candidato a la presidencia, declaró al respecto lo siguiente:

“La señora Green poseía $60 millones de dólares en propiedades y unos ingresos de $3 millones de dólares anuales; pero, al vivir en una pensión y gastar sólo unos pocos cientos de dólares al año, pagó menos en impuestos federales que un trabajador que recibía $500 dólares al año para gastar en su familia.”

En 1902, Edward Green enfermó del corazón y Hetty accedió a cuidarlo hasta el último de sus días. Ese mismo año, el 19 de marzo, Edward falleció debido a un paro cardiaco.

Tras el fallecimiento de su esposo, Hetty empezó a utilizar un vestido negro con un velo que no pasaba desapercibido por las calles de Wall Street. Esta particular forma de vestir, sumada a su estilo de vida enigmático y austero, y a los excelentes resultados de sus inversiones, llevó a que se le conociera con el sobrenombre de “La Bruja de Wall Street” y desató toda clase de rumores y mitos entre la sociedad. Se decía que cosía sus propios calzones y que nunca compró unos nuevos a lo largo de su vida. También se decía que solo lavaba su único vestido en las partes donde se manchaba para ahorrar jabón, que solo comía avena fría y restos de pasteles y galletas que le vendían por unos cuantos centavos en tiendas de comestibles, que discutía todos los días para que le regalaran un hueso para alimentar a su perro, que solo acudía a centros médicos gratuitos, y hasta que provocó que a su hijo le amputaran una pierna porque, cuando se la rompió en un accidente, retrasó el tratamiento insistiendo en no gastar dinero, causando que se le infectara y no hubiera más opción que amputarla.

La Historia de Hetty Green, La mujer más Tacaña del Mundo

La prensa no perdía oportunidad para lucrarse con la imagen de Hetty Green. Eran constantes las publicaciones en las que se le retrataba como una persona desagradable, codiciosa, mezquina, tacaña, sucia y despiadada. Diarios de la época llegaron a llamarla como “La mujer más triste de Nueva York”. Su audacia para las finanzas y sus logros en el mundo empresarial y bursátil pasaron a segundo plano, ya solo se hablaba de su apariencia física y de su supuesta tacañería extrema.

¿Qué hay de cierto en todo eso? Si bien Hetty prefería llevar una vida austera, muchos de los rumores acerca de sus comportamientos extremos no fueron más que exageraciones alimentadas por el machismo de la época. Ni la prensa ni la sociedad en general soportaban ver a una mujer haciendo negocios y viviendo la vida bajo sus propias reglas. Su éxito despertaba críticas, desprecio y envidia. Ella se atrevió a desafiar el status quo de la sociedad y destacó en un sector reservado exclusivamente para los hombres, por ello a la gente no le quedó más opción que tratar de manchar su nombre para opacar sus logros. Y, como en ese entonces la prensa difícilmente podía ser cuestionada o desmentida, todos los rumores acerca de ella terminaron siendo considerados como ciertos, hasta el punto de que el Libro Guinness de los Récords la registró como “La persona más tacaña del mundo”.

Los rumores acerca de su falta de higiene y mala alimentación para ahorrar dinero, no fueron más que exageraciones y noticias sensacionalistas. Ella solo quería llevar una vida tranquila, sin obsesión por bienes materiales. Además, fiel a sus creencias religiosas, siempre procuró realizar donaciones para causas sociales, solo que prefería hacerlo de forma silenciosa para evitar la atención de la prensa. Con respecto a la pierna de su hijo, la Sociedad Histórica de Nueva Inglaterra afirma que ella acudió a varios médicos y pagó diversos tratamientos, pero desafortunadamente la medicina no estaba tan desarrollada en ese momento (recordemos que no sería hasta la década de 1920 que se lograrían importantes avances en el desarrollo de antibióticos), por lo que eran comunes las amputaciones en caso de infecciones.

“La gente escribe mi vida en Wall Street, y asumo que no les importa saber un carajo de la real Hetty Green. No soy una mujer dura, pero como no tengo una secretaria que anuncie cada acto amable que realizo, me llaman mala y tacaña. Mi familia ha sido acaudalada durante cinco generaciones, no necesitamos hacer alarde para asegurar el reconocimiento de nuestra posición. Vivo tranquilamente, ninguna otra clase de vida me agradaría.” -Declaró Hetty Green a un periodista en una ocasión.

Las claves del éxito financiero de Hetty Green, "La Bruja de Wall Street"

Historia de Hetty Green, La Bruja de Wall Street

Para inicios de los años 1.900, Hetty ya era la mujer más rica del mundo y se codeaba con otros poderosos millonarios de la época, como Jay Gould, John D. Rockefeller y J. P. Morgan, quienes incluso acudían a ella para pedirle consejo.

Por estos años, Hetty se percató de que la economía estadounidense mostraba señales de sobrevaloración y presintió que se avecinaba una crisis financiera, así que procuró mantener todo el efectivo posible preparándose para los tiempos difíciles que estaban por venir. Efectivamente, a mediados de la década estalló el llamado “Pánico financiero de 1907”, cuando la Bolsa de Valores de Nueva York cayó cerca de un 51% con respecto a su máximo del año anterior y muchas empresas y bancos quebraron. En medio del caos financiero, Hetty aprovechó para otorgar préstamos bajo atractivos intereses. Entre sus clientes se encontraba la ciudad de Nueva York, a la que salvó de la quiebra prestándole $1.1 millón de dólares de la época a cambio de bonos de corto plazo. A medida que la situación económica se fue estabilizando, Hetty fue recibiendo los pagos por el dinero prestado y consiguió aumentar significativamente su patrimonio.

“No hay un gran secreto para hacer una fortuna. Compro las cosas cuando están a la baja y nadie las quiere; y las mantengo hasta que suben de precio y la gente está loca por conseguirlas. Todo lo que tienes que hacer es comprar barato y vender caro.” -Afirmaba la exitosa empresaria e inversionista.

La estrategia de Hetty parece sencilla y suena hasta un poco obvia, pero en su momento fue revolucionaria. Más adelante esta estrategia sería conocida por los economistas como “Inversión Contraria”, debido a que se compra y se vende en contraste con el sentimiento predominante del momento en el mercado. El inversionista Warren Buffett lo expresa de la siguiente forma:

“Ten miedo cuando los demás sean codiciosos y sé codicioso cuando los demás tengan miedo.”

La inversión contraria es una estrategia muy relacionada con la llamada “Inversión de Valor”, la cual se centra en encontrar activos infravalorados para adquirirlos y obtener ganancias cuando se corrija el precio en el mercado. Grandes inversionistas, como Benjamin Graham, Charlie Munger y Warren Buffett, entre muchos otros, construyeron sus fortunas siguiendo este tipo de estrategias.

Muerte y legado de Hetty Green: Una de las más grandes inversionistas de la historia

Los rumores y exageraciones acerca de la tacañería extrema y estilo de vida misero de Hetty continuarían durante toda su vida. En su vejez, sufrió una apoplejía y se dice que su hijo contrató unas enfermeras, pero les pidió que se vistieran con ropas comunes para que su madre no se diera cuenta y se enojara por gastar su dinero. Posteriormente, la inversionista comenzó a sufrir de una hernia y se dice que se negó a someterse a una operación porque costaba $150 dólares, lo cual la llevaría a depender de una silla de ruedas.

Luego de toda una vida dedicada a los negocios y las inversiones, y a soportar todos los mitos y rumores que se crearon sobre ella, Hetty Green falleció el 3 de julio de 1916 a la edad de 81 años debido a un accidente cerebrovascular. Tras su muerte, se dijo que el accidente cerebrovascular lo sufrió mientras discutía con su empleada de servicio porque ella le pidió un aumento de salario.

A la fecha de su muerte, se calcula que Hetty Green poseía una fortuna de más de $100 millones de dólares de la época, que a día de hoy equivaldrían a entre $3.000 y $5.000 millones de dólares. Toda su fortuna pasó a manos de sus dos hijos.

Su hijo, Edward Howland, al recibir tanto dinero se volvió un completo derrochador. Adoptó un estilo de vida extravagante y se dedicó a despilfarrar dinero en fiestas, joyas, yates y hasta en urinales con incrustaciones de diamantes. Paradójicamente, un estilo de vida totalmente opuesto al de su madre.

Su hija, Sylvia Howland, por el contrario, utilizó su dinero para contribuir con causas sociales, aportando grandes sumas a organizaciones de beneficencia, escuelas, iglesias y hospitales.

Sobre la vida de Hetty Green se han escrito diversos libros, entre ellos: “La bruja de Wall Street: Hetty Green”, de Boyden Sparkes y Samuel Taylor Moore; “Hetty: El genio y la locura de la primera magnate estadounidense”, de Charles Slack; “La mujer más rica de Estados Unidos: Hetty Green en la Edad Dorada”, de Janet Wallach; y “Hetty Green: La primera dama de Wall Street”, de Wyn Derbyshire. Todos ellos abordan aspectos distintos sobre su fortuna, sus estrategias de inversión y su particular estilo de vida.

En octubre de 1998, décadas después de su muerte, Hetty Green apareció en la portada de la American Heritage Magazine, ocupando la posición número 36 entre “Las 40 personas más ricas en la historia de Norteamérica”, siendo la única mujer en la lista.

Así concluimos la fascinante historia de Henrietta Howland Robinson, o Hetty Green, una mujer visionaria con un gran talento para las finanzas y los negocios que logró abrirse espacio en una sociedad que no se cansó de juzgarla. Una mujer muy adelantada a su época que fue pionera en las estrategias de inversión contraria y que dejó un enorme legado en el mundo financiero. Una mujer que, con disciplina y astucia, construyó su propio camino y pasó a la historia como una de las mejores inversionistas de todos los tiempos. En palabras de Charles Slack, autor de la biografía más completa que hay sobre ella:

“Al final, su mayor crimen parecería haber sido elegir vivir según sus propias reglas y no las de la sociedad. Ella tuvo el coraje de vivir como quiso.”

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