En 1942, una madre que había quedado viuda recientemente se vio en la necesidad de dejar a sus dos hijos en un hogar de acogida mientras estudiaba y conseguía un trabajo que le permitiera mantenerlos. 7 años más tarde, ella regresó por sus hijos, pero poco tiempo después discutió con el mayor y lo envió a vivir a una granja fuera de la ciudad. Posteriormente, cansada de la rebeldía del pequeño, lo envió a un hogar para jóvenes problemáticos. Finalmente, una tía paterna decidió hacerse cargo de él y lo ayudó a completar sus estudios básicos. 5 años más tarde, ese joven fundaría junto con su hermano una empresa de pizza que lo llevaría a convertirse en una de las personas más ricas del mundo, llegando a amasar una fortuna de más de $1.000 millones de dólares... ¿Cómo lo logró?
¿Cómo se convirtió Domino's en la cadena de pizzas más grande del mundo?
Los protagonistas de esta historia son Thomas Stephen Monaghan, más conocido como Tom Monaghan, y James Edward Monaghan, más conocido como Jim Monaghan, los hermanos fundadores de Domino’s Pizza.
Thomas nació el 25 de marzo de 1937, y James el 17 de septiembre de 1938, ambos en Ann Arbor, una pequeña ciudad de Michigan, en Estados Unidos.
Los primeros años de vida de los hermanos Monaghan estuvieron llenos de difíciles momentos de inestabilidad familiar y económica.
En la víspera de navidad de 1941, cuando Tom y Jim tenían sólo 4 y 3 años respectivamente, su joven padre, Fransic Monaghan, falleció a causa de peritonitis, una infección del tejido muscular que cubre el abdomen. Este suceso fue devastador para la situación emocional y financiera de la familia.
Su madre, Ana (Geddes) Monaghan, sólo ganaba unos pocos dólares a la semana, por lo que el dinero no le alcanzaba para criar a sus hijos. Además, tenía dificultades para controlar a su enérgico e inquieto hijo mayor.
En medio de esta desafortunada situación, decidió enviar a Tom y a Jim a un hogar de acogida. Su idea era estudiar enfermería y encontrar un buen trabajo para así recuperar a sus hijos y poder cumplir con su responsabilidad de madre.
De esta forma, Tom de 5 años de edad y Jim de 4 años, llegaron a un hogar para niños llamado St. Joseph, ubicado en Jackson, Michigan. Dicho hogar se encontraba dirigido por la Iglesia Católica Romana y la Orden de Monjas Felicianas. Una de las monjas, la hermana Berarda, ejerció una profunda influencia en los pequeños hermanos Monaghan.
"Ella se convirtió en mi madre sustituta y yo florecí bajo su cuidado." -Contó Tom en su biografía, "Pizza Tiger" (1986).
Adaptarse a su nuevo hogar no fue fácil. Durante los primeros días, Tom, con su carácter rebelde, tuvo discusiones y peleas con sus compañeros, por lo que recibió múltiples llamados atención. No obstante, él se aferraba a la promesa de su madre de que volvería por ellos.
Durante su estancia en el hogar St. Joseph's, Tom y Jim ayudaban con el aseo del lugar y colaboraban con diversas labores. Además, dedicaron gran parte de su tiempo a actividades artesanales. Esto les permitió desarrollar disciplina y autosuficiencia. Tom, particularmente, desarrolló gran interés por las matemáticas y por deportes como el baseball; incluso, fantaseaba con algún día jugar en su equipo favorito, los Tigres de Detroit.
Los hermanos Monaghan eran de personalidades muy distintas. Tom se distinguía por ser un niño audaz, ambicioso y extrovertido; mientras que Jim se caracterizaba por ser tranquilo y conformista, contentándose fácilmente con la tranquilidad personal por encima de cualquier objeto material. Pese a estas dos personalidades muy opuestas, Tom y Jim sabían desde muy chicos que debían trabajar muy duro para lograr sus sueños.
En 1949, siete años más tarde, Ana, la madre de los hermanos Monaghan, cumplió su promesa de regresar por sus hijos. Ella logró terminar exitosamente su preparación como enfermera y consiguió trabajo en un hospital de Traverse City, Michigan, así que se los llevó a vivir allí.
Parecía que por fin la vida le sonreía a la familia Monaghan, pues Tom y Jim pudieron regresar al lado de su madre, pero los conflictos familiares no tardarían en aparecer.
En el verano de ese año, Tom comenzó a demostrar su talento innato para los negocios. El pequeño se aventuró a cultivar hortalizas en el patio trasero de su casa para posteriormente venderlas puerta a puerta. También, ordeñaba vacas, manejaba tractores y vendía el pescado que pescaba junto a Jim en el Lago Michigan. Su ambición no tenía límite.
Desafortunadamente, Tom y su madre discutían constantemente, así que ella lo envío a vivir a una granja en las afueras de la ciudad.
Durante el primer año en su nuevo hogar, el pequeño ejerció diversos trabajos para ganar algo de dinero por su cuenta, incluyendo uno como repartidor de periódicos por suscripción. Específicamente en este trabajo, se percató de que a la gente le encantaba recibir servicios en la comodidad de su hogar, y esta sería una lección que lo marcaría para siempre.
Thomas Monaghan era un chico muy trabajador, pero en la escuela no le iba muy bien, por lo que terminó siendo uno de los “peores” estudiantes de su curso. Decepcionado de su mal rendimiento escolar, recordó las enseñanzas de las monjas felicianas y decidió que quería ser sacerdote, entonces ingresó al seminario St. Joseph en Grand Rapids; sin embargo, la estricta disciplina del seminario resultó ser demasiado para el rebelde Tom, por lo que fue expulsado menos de un año después debido a situaciones como pelear con almohadas y hablar en la capilla.
"Nunca antes me había sentido tan frustrado. No soy ajeno al fracaso, pero ningún otro revés me devastó como éste, porque fue muy definitivo." -Dijo Tom en una entrevista.
Sin más opción, optó por regresar al lado de su madre, pero su relación con ella no mejoró. Finalmente, Ana decidió enviar a Tom a un hogar para jóvenes problemáticos. Al enterarse de la situación, una tía paterna fue a buscarlo e hizo arreglos para que le dieran su custodia.
Al regresar a la escuela pública, Tom se graduó en el puesto 44 de una clase de 44 estudiantes. El título debajo de su fotografía en el anuario de la clase de 1955 decía:
"Mientras más me esforzaba por ser mejor, peor me salían las cosas… pero sé que aún puedo hacer algo sensacional."
Tras graduarse sin muchos honores de la escuela secundaria, consiguió trabajo como conductor de un camión y ahorró lo suficiente para inscribirse en el Ferris State College en Big Rapids, Michigan. Allí estudió un trimestre y luego se propuso a estudiar arquitectura. Su gran referente e inspiración era el arquitecto Frank Lloyd Wright, por quien desarrolló una gran admiración.
Tom se inscribió en la carrera de arquitectura en la Universidad de Michigan, pero la falta de dinero le impidió completar el proceso de matrícula.
Lleno de frustración por no poder acceder a la educación superior, se alistó en el Cuerpo de Marines de Estados Unidos en 1956.
“Fue la mejor experiencia que pude haber tenido. Me dio una sensación de confianza. Cuando estaba en la Infantería de Marina, estaba a bordo de un barco en el Pacífico haciendo algo que siempre he hecho mucho: soñar despierto. Estaba pensando en mi futuro, el estilo de vida que iba a tener, todos los autos, la hermosa casa, los yates y los aviones.” -Recordó Tom en una entrevista para CNN.
Durante sus tres años de servicio, procuró ahorrar la mitad del dinero que ganaba con la esperanza de cumplir su sueño de ir a la universidad. En total, llegó a acumular unos $2.000 dólares de la época.
Al terminar su servicio, se graduó Licenciado con Honores de la Marina Estadounidense el 2 de julio de 1959, y en sus bolsillos aún continuaban aquellos $2.000 dólares que tenía destinados para ingresar a la educación superior; no obstante, ingenuamente invirtió su dinero en un plan para hacerse rico rápidamente con un supuesto petrolero sin escrúpulos que conoció después de su graduación. Lamentablemente, nunca volvió a ver el dinero ni al petrolero. Con 22 años de edad, el joven se encontraba totalmente quebrado, sentía que todo lo que trabajó en tres años había sido en vano.
Para recomponer el garrafal error de invertir en un negocio sin fundamento con una persona que no conocía, se fue a vivir con su hermano Jim mientras encontraba un empleo. Al cabo de unos días, consiguió trabajo supervisando a los periodistas de los periódicos de fuera de la ciudad. Aunque su pago no era mucho, se propuso a ahorrar todo lo que pudiera con el objetivo de volver a acumular lo que necesitaba para poder pagar la matrícula de su universidad.
Meses más tarde, volvió a inscribirse en la Universidad de Michigan y fue aceptado, pero tuvo que abandonar sus estudios después de sólo tres semanas porque no contaba con dinero suficiente para costear sus libros y otros gastos académicos.
Luego, a inicios de 1960, realizó un tercer intento de estudiar en la Universidad de Michigan, pero nuevamente abandonó al cabo de tres semanas por falta de dinero.
El sueño de querer ser arquitecto desvelaba a Tom, pero sencillamente las cosas no se le daban. Quizás era un aviso del destino, o quizás era que su sueño debía esperar; sea lo que sea, el joven no sabía qué hacer con su vida.
El origen de Domino's Pizza
En junio de 1960, su hermano Jim, que trabajaba como cartero, se enteró de que el empresario Dominick Di-Varti vendía una pequeña pizzería cercana al campus de la Universidad de Michigan Oriental, en Ypsilanti, Michigan. La pizzería se llamaba DomiNick's y su precio de venta era alrededor de $500 dólares de la época más el compromiso de asumir las deudas que el negocio había acumulado en los últimos años.
En aquella época, la pizza no era tan popular en Estados Unidos como lo es hoy en día. Su comercialización y consumo se generaba principalmente en regiones con pequeñas comunidades italianas. No obstante, comenzaron a surgir propuestas como la de Pizza Hut, que, tomando como inspiración la auténtica pizza italiana, crearon su propia versión de la pizza, pero más al estilo americano, con masa más crujiente, más queso y sabores más fuertes. Gracias a estas nuevas propuestas de pizzas americanizadas, fue que el producto consiguió expandirse rápidamente por todo el país, dando forma a una nueva industria en la que ahora incursionarían Tom y Jim.
Jim quería tomar la pizzería, pero tenía miedo de hacerlo solo, así que convenció a su hermano de asociarse para comprarla. Tom aceptó y acordaron dividirse los turnos de trabajo para que ambos pudieran seguir cumpliendo con sus otros compromisos académicos y laborales. El plan de Tom era trabajar en la pizzería en el día y por la noche asistir a clases en la Universidad de Michigan, en la que se había inscrito por cuarta ocasión; mientras que Jim durante el día continuaría trabajando como cartero y en las noches atendería la pizzería.
Días después, los hermanos Monaghan dieron a Di-Varti un depósito de $75 dólares para asegurar el negocio. Luego, solicitaron un préstamo de $900 dólares para concretar la compra, pagar las deudas y cubrir los demás gastos necesarios para iniciar operaciones.
El menú de DomiNick’s ofrecía diversos sándwiches y demás variedades de comida italiana, pero su especialidad era la pizza con cinco tamaños diferentes, algo que los hermanos Monaghan no sabían hacer.
Antes de partir, Di-Varti dio a los hermanos Monaghan una clase express de 15 minutos sobre el arte de hacer pizzas.
"Me cautivó la descripción de Di-Varti de la receta de la salsa. Su afirmación: 'El secreto de una buena pizza está en la salsa', me dejó una impresión duradera. En ese momento juré que tendría la mejor salsa para pizza del mundo." -Relató Tom.
Los hermanos pensaron en cambiar el nombre del negocio por Monaghan's Italian Pizza, pero no les gustó como sonaba, así que mantuvieron el nombre DomiNick's Pizza.
Tom estaba firmemente determinado a convertirse en arquitecto, a escalar socialmente y a superar las circunstancias adversas de su infancia. Mientras estudiaba arquitectura, trabajaba arduamente en la pizzería para poder pagar sus estudios.
Conforme iba trabajando en la pizzería, fue descubriendo que le gustaba el lado físico de hacer pizza, como extender la masa, darle forma y preparar salsas.
Las primeras semanas no fueron fáciles. Si bien había ventas, el negocio no era rentable debido a la ineficiencia en sus procesos. La inexperiencia de los Monaghan hizo que la atención en la pizzería resultara lenta y el servicio colapsó, generando frustración y rabia a los clientes. Pronto, el pequeño local superó inesperadamente su capacidad, haciendo que los 50 metros cuadrados de espacio no fueran suficientes para atender a los nuevos clientes que llegaban.
Ante esta problemática, a Tom se le ocurrió que la solución era que los clientes esperaran su comida en casa, es decir, en lugar de preocuparse por el tamaño de su local, prefirió verlo como una oportunidad para producir a bajo costo y empezar a vender a domicilio, de esta forma eliminaría las molestas filas de espera y aumentaría su clientela sin tener que invertir en ampliar la infraestructura. Hoy parece una solución obvia, pero en ese momento no era tan común que la gente pidiera comida a domicilio, por lo que no dejaba de ser una estrategia arriesgada.
Para poner en marcha su estrategia, los hermanos Monaghan contrataron como repartidores bajo comisión a dos trabajadores que habían sido despedidos de una fábrica; esto sin pensar que las entregas a domicilio se convertirían en el centro de su modelo de negocio.
Con el paso de los días, Tom convierte a su propio Volkswagen Escarabajo de 1959 en el primer vehículo de reparto de la empresa. La estrategia de venta a domicilio “marchaba sobre ruedas”; sin embargo, ésta marcaría el inicio de una disputa entre los dos hermanos.
James Monaghan era la cara opuesta de su hermano. Él era muy centrado y no tomaba decisiones arriesgadas. Si Tom tomaba una decisión basándose en su intuición y en la lógica del momento, Jim le llamaba la atención diciéndole que "por qué no esperaban un poco más".
La tensión entre los dos poco a poco fue aumentando y la sociedad comenzó a desmoronarse. Tom consideraba que la actitud de su hermano sería un problema para la empresa y sus planes de crecimiento; mientras que Jim no soportaba que su hermano fuera tan impulsivo.
Transcurrían las semanas y la estrategia de venta a domicilio de DomiNick's resultó ser un completo éxito. El teléfono no paraba de sonar, pero la empresa seguía con problemas para ser rentable y su capacidad no daba para más. Todo era un caos. Muchos clientes optaban por cancelar sus pedidos debido a la demora en las entregas y algunos trabajadores, cansados de las extenuantes jornadas de trabajo, preferían renunciar.
Y, mientras en DomiNick’s los problemas eran cada vez mayores, la sociedad de los hermanos Monaghan seguía descomponiéndose, especialmente luego de que Tom decidiera tratar a Jim como un repartidor más, y no como socio.
Esta tensiónate situación no la aguantaría Jim, que cada vez se sentía más menospreciado por Tom, pues ya ni sus opiniones eran tenidas en cuenta a la hora de tomar decisiones importantes.
La complicada relación entre los hermanos empeoraría justamente a partir de una arriesgada decisión tomada por Tom para afrontar los problemas de producción y de demoras en las entregas de los pedidos. Tom se dio cuenta de que el menú que ofrecían en DomiNick’s era muy extenso (incluía sándwiches, una gran variedad de comida italiana y pizza de distintos tamaños), lo cual hacía que la toma de pedidos, preparación y entrega fuesen muy lentos. Para cortar de raíz el problema, una noche en que solo fue a trabajar menos de la mitad de su personal, decidió que ahora solo venderían pizzas de los tamaños de 30 y 40 centímetros, algo que para Jim era absurdo, así que manifestó su inconformismo. Pese a la molestia de Jim, la orden de Tom fue acatada inmediatamente por todos los trabajadores de DomiNick’s.
“Esa noche ganamos un 50% más de dinero que nunca. De repente estaba ganando dinero, así como así… Entonces aprendí que mantener las cosas simples podría resultar más rentable.” -Explicó Tom.
Cansado de sentirse menospreciado por su hermano, Jim tomó la decisión de abandonar la sociedad para regresar de tiempo completo a su empleo como cartero. Jim acordó cederle a Tom su mitad del negocio a cambio del Volkswagen Escarabajo que utilizaban como vehículo de reparto para la pizzería.
Con el control total de DomiNick’s en sus manos, Tom abandonó su sueño de convertirse en arquitecto y se dedicó por completo a administrar la empresa.
La naturaleza obsesiva de Tom lo llevaba a trabajar más de 14 horas diarias. Se dice que nunca se sentaba una vez que llegaba al trabajo y que en ocasiones dormía en la empresa para poder trabajar hasta su última gota de energía.
“Yo era el capitán de ese barco. Trabajé muy duro con mi gente y ellos respondieron. Y esa primera tienda fue algo realmente especial. Todos los chicos que se casaron, que trabajaron para mí en esa época, me pidieron que fuera su padrino. Trabajé duro con ellos, pero fui más duro conmigo mismo. Fue realmente emocionante y divertido.” -Expresó Tom.
Crecimiento y expansión de Domino's Pizza
Para 1961, DomiNick's Pizza se encontraba en crecimiento constante y Tom se vio en la necesidad de contratar más empleados. Además, vinculó a un nuevo socio, un chef llamado Jim Gilmore. Tiempo después, en mayo de 1963, compró una segunda pizzería en la ciudad de Ypsilanti.
El siguiente objetivo que se marcó Tom fue extender su servicio de pizza a domicilio por todo Estados Unidos, para así hacerle frente a su mayor competidor: Pizza Hut, que se posicionaba como líder del sector.
La estrategia de expansión que utilizó Tom fue sencilla, pero ingeniosa: teniendo en cuenta que sus principales clientes eran estudiantes universitarios, entonces se enfocó en establecerse cerca de las universidades para garantizar entregas más eficientes. Con base en esta premisa, Tom y Gilmore sabían que su pizzería debía tener presencia cerca de la universidad más importante de Michigan, que es el estado con más universidades en Estados Unidos, así que pusieron sus ojos en el campus de la Universidad Estatal de Michigan, la universidad más grande del país en ese momento, una institución con una población de 20.000 estudiantes. Después de hacer los trámites necesarios, en julio de 1964 abrieron allí su tercera pizzería.
Como dato curioso, el negocio de las pizzas no solo le traería a Thomas Monaghan fortuna, sino que también lo llevaría a conocer a quien se convertiría en su futura esposa y madre de sus cuatro hijas. Un día, el emprendedor fue a entregar un domicilio a un dormitorio en la Universidad Central de Michigan. Cuando llegó, la mujer que trabajaba en la recepción, Marjorie Zybach, llamó su atención y la invitó a salir.
"Después de nuestra segunda cita, le di a Margie una pizza en forma de corazón para el Día de San Valentín. Fue un gran éxito con sus amigos en el dormitorio. En nuestra tercera cita, miré esos grandes ojos azules y me di cuenta de que estaba enamorado." –Relató el emprendedor.
Pero no todo era “color de rosa” para la empresa. Si bien los estudiantes universitarios eran un segmento de clientes muy rentable, también eran complicados. En ocasiones, simplemente se negaban a pagar la pizza a los repartidores y se generaban discusiones o peleas. Algunas veces, el propio Tom iba a encarar a los jóvenes para asegurarse de que pagaran las pizzas a sus repartidores.
Y, para completar los problemas que nunca faltan en una empresa en crecimiento, Dominick Di-Varti, antiguo dueño de DomiNick's Pizza, solicitó a Tom que dejara de utilizar el nombre original del negocio. Uno de sus trabajadores, Jim Kennedy, le aconsejó a Tom pensar en un nombre similar a DomiNick's para que los clientes lo encontraran fácilmente cuando lo buscaran en el directorio telefónico. Luego de mucho pensarlo, eligió el nombre Domino’s, el cual le encantaba porque sonaba más italiano.
Junto con el cambio de nombre, la empresa también cambió su logotipo. El nuevo diseño surgió a partir de dos cajas de pizza unidas formando una ficha de dominó con tres puntos. Cada uno de esos puntos representaba uno de los tres locales que Domino’s había establecido hasta ese momento. La idea de Tom era ir actualizando el logo añadiendo un nuevo punto a la ficha por cada local que se abriera. En ese entonces, no se imaginaba las dimensiones que alcanzaría su empresa en los siguientes años.
En marzo de 1965, Thomas Monaghan y Jim Gilmore disolvieron su sociedad. La relación entre ambos fue muy complicada debido a múltiples diferencias en su forma de hacer negocios. Gilmore hizo que Tom perdiera mucho dinero en inversiones que no salieron como esperaban. Para abandonar la empresa, Gilmore pidió $35.000 dólares, pero el abogado de Tom logró bajar la cifra a $20.000 dólares. Aunque a Tom le parecía exagerada esa cantidad, aceptó entregársela porque no quería tener nada más que ver con él.
Ya nuevamente enfocado por completo en el crecimiento de su empresa, Tom pensó que necesitaba un modelo de expansión más eficiente. Su principal rival, Pizza Hut, había conseguido expandirse por varias regiones de Estados Unidos a través de la venta de franquicias, tal como lo hicieron Ray Kroc con McDonald’s y El Coronel Sanders con KFC.
Tom asistió a un seminario sobre franquicias en el Boston College y pensó que su modelo de pizza con entrega a domicilio podría funcionar bien franquiciándolo; sin embargo, pese a que contaba con una receta que funcionaba y una buena marca, sabía que su principal diferencial estaba en las entregas a domicilio, pero necesitaba ser mucho más eficiente. En ese momento, los pocos restaurantes que ofrecían servicio a domicilio, lo hacían solo como algo complementario, pero Tom quería enfocarse en hacer de la entrega a domicilio su principal negocio. Con esto en mente, empezó a trabajar en optimizar su sistema de domicilios y, en 1967, estuvo listo para franquiciar Domino's Pizza. El político y empresario Chuck Gray fue el primero en adquirir una franquicia de Domino’s. En los meses posteriores, se abrieron varias nuevas franquicias de la empresa por todo el estado de Michigan.
En 1968, se abrió un establecimiento de Domino’s en Vermont, siendo este el primer local fuera del estado de Michigan.
A inicios de 1969, la empresa ya contaba con 12 locales abiertos y 12 más en desarrollo. Para finales del año, Domino's Pizza crecía a razón de un local nuevo cada semana. Desafortunadamente, este rápido crecimiento trajo consigo nuevos problemas para el negocio.
A medida que la demanda de pizzas a domicilio aumentaba, también aumentaban las quejas de los clientes. Muchos se quejaban de que la comida llegaba fría o en malas condiciones. Al analizar la situación, Tom encontró que las cajas de cartón que utilizaban no eran resistentes al calor y se rompían con facilidad, ocasionando que las pizzas perdieran calidad durante el transporte.
Una vez más, Tom eligió ver el problema como una oportunidad y usó su ingenio para desarrollar una solución que revolucionaría la industria de la pizza. Su idea era crear una nueva caja de pizza que fuera más resistente y permitiera conservar el calor, así que contactó con Triad Container Company y entregó especificaciones estrictas de lo que necesitaba para que la diseñaran. El resultado fue una caja rígida de cartón corrugado con un mayor espesor en la lámina de cartón para la resistencia al calor. Gracias a esta nueva caja, los repartidores podrían cargar con mayor facilidad las pizzas y los clientes disfrutarían de un producto caliente y en óptimas condiciones. En ese momento, Tom no era consciente de la gran innovación que había desarrollado, por lo que no se molestó en patentarla y sus competidores no tardaron en copiar el diseño de sus cajas. Fue tal el éxito de su innovación, que hasta el día de hoy ese es el tipo de cajas que sigue utilizándose para la entrega de pizzas en todo el mundo. Posteriormente, implementaría otras innovaciones, como maletas con un mecanismo eléctrico de calentamiento y vehículos con hornos integrados. Además, adquirió maquinaria y equipo especializado para reducir al máximo los tiempos de preparación de las pizzas. Él sabía que cada segundo menos que le tomara producir y entregar una pizza, iba a traducirse en mayor satisfacción para sus clientes.
Dificultades y retos en la expansión de Domino's Pizza
Para 1972, un poco más de una década después de la compra de DomiNick’s Pizza, la empresa ya contaba con 76 locales ubicados a lo largo de 13 estados del país y se consolidaba como una de las marcas de pizza con mayores ventas en territorio estadounidense, pero nuevos problemas surgirían por aquel entonces.
Debido a la falta de experiencia de Tom en la gestión de franquicias, muchos de los establecimientos enfrentaban dificultades para ser rentables. Además, la empresa acumulaba una deuda de $1,5 millones de dólares producto de malas decisiones financieras tomadas con el objetivo impulsar la apertura de nuevas franquicias.
Una tarde, mientras Tom revisaba sus estados financieros pensando qué hacer para que su empresa no cayera en bancarrota, recibió la visita de Dan y Frank Carney, fundadores de Pizza Hut. Sin rodeos, Dan y Frank le hicieron una propuesta a Tom para comprarle Domino’s Pizza. Aunque la propuesta era muy tentadora y Tom podría convertirse en millonario de un día para otro en lugar de estar preocupado por la situación económica de su empresa, con total convicción dijo que Domino’s Pizza no estaba en venta porque era como su hijo. Dan y Frank insistieron, pero Tom se mantuvo firme en su respuesta. Ante la negativa, Dan y Frank le desearon suerte advirtiéndole que iban a competirle de frente.
Con una empresa en una situación complicada y con su principal rival dispuesto a arrebatarle su mercado, Tom tenía pocas opciones para salir adelante. Al final, se vio obligado a ceder el 51% del negocio al banco.
Bajo la administración del banco, se tomaron decisiones terribles en Domino’s: se aumentaron precios, se redujo la calidad del servicio, se ordenó utilizar ingredientes de menor calidad para abaratar costos, etc. Al banco solo le interesaba que la empresa ganara más dinero, pero terminó causando un problema mayor.
Los clientes empezaron a quejarse por el mal servicio y los franquiciados se organizaron para entablar una demanda en contra de Domino’s.
El banco posteriormente devolvió la empresa a Thomas Monaghan, pero ahora su situación financiera era peor que antes. En todo caso, Tom se sintió emocionado de recuperar Domino’s e inmediatamente se puso en contacto con sus franquiciados y acreedores para tratar de calmarlos, lo cual no fue tarea fácil. Habló con ellos uno por uno comprometiéndose a solucionar las cosas y pagar hasta el último centavo que se debía.
“Todas las demandas que recibí, las defendí yo mismo. No podía permitirme un abogado. Vivía en una casa sin muebles y conducía viejos coches de reparto. Llegué a conocer muy bien al juez y él fue mi salvavidas, normalmente negociando condiciones en las que yo pagaba a los acreedores unos pocos dólares a la semana durante un período muy, muy largo.” -Contó el empresario.
Luego de meses de esfuerzos titánicos, pudo saldar todas las deudas y consiguió que Domino’s volviera a crecer, pero ahora más sólida y fuerte que nunca.
Esta amarga experiencia le enseñó a Tom valiosas lecciones sobre la gestión de franquicias. Entendió que había cometido muchos errores en su afán de crecer rápido, entonces replanteó por completo su modelo tomando decisiones radicales: en primer lugar, se eliminó la tarifa de franquicia inicial, pero cualquiera que quisiera una franquicia tenía que pasar al menos un año como gerente exitoso de una de sus tiendas antes de presentar la solicitud, esto para garantizar que el franquiciado tuviera experiencia en la gestión del negocio; en segundo lugar, se diseñaron programas de incentivos para gerentes y franquiciados y se comenzaron a organizar convenciones nacionales; en tercer lugar, se aumentó la inversión en publicidad y se fortaleció la identidad de la marca; y, en cuarto lugar, se creó el Domino's College of Pizzerology, un centro de formación para capacitar a los nuevos franquiciados y prepararlos para gestionar de forma efectiva sus establecimientos. Todas estas medidas fueron determinantes en esta nueva etapa de crecimiento para la empresa.
La mayor innovación de Domino's Pizza: entregas en 30 minutos o menos
Con los problemas de gestión solucionados, Domino’s ahora necesitaba una estrategia audaz para seguir ganando terreno en el mercado y competirle de frente a Pizza Hut.
Tras darle muchas vueltas al asunto, Tom identificó una gran oportunidad. Una noche, un repartidor quería librarse de entregar el último pedido, pero Tom le prometió que podía ir y volver en menos de 30 minutos. Este suceso fue la inspiración que necesitaba. El emprendedor entendió que la gente pedía pizza cuando ya tenía hambre, por lo que el tiempo de entrega era un factor crucial para ganar la preferencia de los clientes. Teniendo en cuenta este factor, diseñó una propuesta de valor irresistible: “Tu pizza en 30 minutos o menos, o te sale gratis”. Se trataba de una propuesta muy ambiciosa y revolucionaría, pero a la vez ingeniosa y atractiva. Si los clientes, principalmente universitarios, querían una comida caliente y en el menor tiempo posible, sin duda pensarían en Domino’s como primera opción. Y si la pizza se demoraba, igual quedaban satisfechos porque les salía gratis.
Tom sabía que podía cumplir con esta propuesta gracias a que creció estableciendo sus locales en zonas universitarias, donde se encontraban la mayor parte de sus clientes, entonces los repartidores no tendrían problema en entregar los pedidos a tiempo.
Tal como se esperaba, la garantía de entrega en 30 minutos fue un éxito total e impulsó el crecimiento exponencial de Domino’s Pizza. Además, para motivar aún más a sus trabajadores, Tom comenzó a otorgar bonificaciones a los repartidores que recaudaran la mayor cantidad de dinero. No obstante, también surgieron nuevos inconvenientes. Algunos repartidores, en su afán de realizar las entregas en el menor tiempo posible y entregar la mayor cantidad de pedidos cada día, comenzaron a verse involucrados en accidentes de tránsito por imprudencias.
En 1975, una azucarera llamada Domino entabló una demanda contra Domino’s Pizza acusándola de vulnerar los derechos de su marca. Luego de un largo juicio, el juez falló a favor de Domino’s Pizza, permitiéndole seguir utilizando su nombre sin problema.
En 1978, la compañía alcanzó un total de 200 establecimientos, cifra que la consolidaba como una de las pizzerías más grandes de Estados Unidos. Tiempo después, en 1981, ya operaba más de 500 establecimientos.
En 1983, Domino’s Pizza abrió sus dos primeros locales fuera de Estados Unidos, uno en Winnipeg, Canadá, y el otro en Queensland, Australia. Además, ese año alcanzó un hito muy importante: establecer su franquicia número 1.000, una cifra que mostraba el enorme crecimiento que la compañía había conseguido desde que Tom y Jim decidieron adquirir la pequeña pizzería con la que inició todo.
La vida personal de Thomas Monaghan: lujos, excentricidades y obras sociales y religiosas
Conforme la empresa crecía, Tom se convirtió en una de las personas más ricas de Estados Unidos y empezó a llevar una vida de lujos. Adquirió colecciones de autos clásicos, propiedades, yates, helicópteros, un jet privado y una colección de obras de su gran referente, el arquitecto Frank Lloyd Wright. No obstante, su compra más ostentosa aún estaba por realizarse.
Un día, Tom asistió a una reunión en la que habló el empresario Fred Wilpon, propietario de los New York Mets. Fred dijo que, antes de ser dueño de los Mets, asistía a reuniones de negocios y dedicaba unos 55 minutos a generar credibilidad, y luego tenía quizás 5 minutos para llegar a un acuerdo. Después de comprar a los Mets, ahora dedica 55 minutos a responder preguntas sobre béisbol y luego, en los últimos 5 minutos, sus contrapartes decían: "¿Dónde firmamos?”.
Estas palabras lo motivaron a hacer realidad un sueño que tenía desde la infancia, pero que veía muy lejano: ser dueño de su equipo de baseball favorito, los Tigres de Detroit, así que negoció con el entonces propietario, John Fetzer, y concretó la compra por $53 millones de dólares. Un año después, los Tigres de Monaghan ganaron la Serie Mundial de Béisbol de 1984, derrotando por 4 partidos a 1 a los Padres de San Diego, equipo propiedad de Ray Kroc, el mismísimo CEO y dueño de McDonald’s.
En 1984, Tom ordenó la construcción de una sede corporativa de $120 millones de dólares en Ann Arbor, a la que nombró Domino's Farms, inspirada en la torre Golden Beacon del arquitecto Frank Lloyd Wright.
Pero no todo fueron lujos y compras ostentosas. Thomas Monaghan también creó una fundación para apoyar diversas causas sociales, financió la construcción de una catedral y fundó una organización para directores ejecutivos católicos. Sin embargo, esto le generó diferentes problemas. Entre las causas que apoyó, se encontraban iniciativas provida, lo cual generó un boicot por parte de organizaciones de mujeres. Después de este suceso, entendió que no podía permitir que sus intereses personales afectaran su marca y sus acreedores, por lo que decidió que era el momento de dar un paso al costado en Domino’s, así podría dedicarse a servir a sus principios católicos; pero, era consciente de que, para vender la empresa, necesitaba demostrar que ésta podía funcionar sin su presencia, entonces puso en marcha un plan para desvincularse gradualmente de la organización. Inicialmente pensó que sería solo cuestión de meses vender la empresa, aunque al final le tomó más de 2 años.
Estrategias de Marketing y nuevos productos de Domino's Pizza
En 1986, Domino’s presentó un personaje publicitario llamado “El Noid”, un molesto y malvado duende rojo que representaba las cosas negativas que podían suceder al pedir una pizza a domicilio. El objetivo de Domino’s con este personaje era venderse como una solución a todo eso que representaba El Noid, es decir, creó un enemigo común para unir a sus clientes en torno a su marca para vencer al molesto Noid. Pese al éxito de este personaje publicitario, su final fue bastante trágico. Un día, un hombre llamado Kenneth Lamar Noid, que sufría de esquizofrenia, irrumpió en un local de Domino’s en Chamblee, Georgia, y tomó como rehenes a varios empleados asegurando que El Noid había sido creado para burlarse de él. Afortunadamente, los empleados lograron escapar a salvo mientras Kenneth Noid comía una pizza que había pedido. El hombre fue detenido, pero lo absolvieron debido a su trastorno mental. Tiempo después se conoció que decidió acabar con su vida. Tras este suceso, Domino’s dejó de utilizar a El Noid en sus comerciales, aunque la compañía asegura que esta decisión no tuvo relación con los sucesos ocurridos en Georgia. Años más tarde, El Noid regresaría brevemente durante una semana en 2011 en un juego estilo arcade en la página de Facebook de Domino’s. La persona con la puntuación más alta recibió un cupón para una pizza gratis.
En 1988, Domino’s Pizza inauguró en Bogotá, Colombia, su primer establecimiento en un país de habla hispana. Al año siguiente, se extendió a México y Guatemala. En 1991 llegó a Chile, en 1992 a Venezuela, en 1993 a República Dominicana, y en 1995 a Ecuador y Perú.
Para 1989, Domino’s ya contaba con más de 5 mil establecimientos en todo el mundo, facturaba más de $2 mil millones de dólares anuales y dominaba completamente el mercado de pizza a domicilio. Ese año, Thomas Monaghan anunció que dejaba su cargo como presidente de la compañía. Esta decisión era parte de su plan para demostrar que Domino’s era capaz de funcionar correctamente sin su presencia; mientras tanto, se dedicaría a trabajar en causas sociales y religiosas. No obstante, las cosas no le salieron como esperaba. Sin él a cargo, la empresa decayó y acumuló una deuda de más de $500 millones de dólares. Pizza Hut entró en el negocio del delivery y le arrebató el liderazgo a Domino’s. Nuevos competidores, como Little Caesars y Papa Jhon’s, despegaron, quitándole también parte de su mercado. Lo más irónico de todo, es que estas empresas entraron a competir en el negocio del servicio a domicilio replicando las estrategias de Domino’s y hasta utilizando el diseño de cajas que Tom había creado.
“Les mostramos a otros cómo hacerlo y lo hicieron mejor.” -Expresó Tom al respecto.
Sin más opción, en 1992, Tom tuvo que volver a asumir su cargo como presidente de Domino’s. Esta vez, centró sus esfuerzos en dos aspectos básicos: mejorar los procesos de gestión de sus establecimientos y optimizar los tiempos de entrega.
Como parte de las decisiones que tomó a su regresó, Tom reorganizó sus filas superiores y contrató como vicepresidente de marketing y desarrollo de productos a Larry Sheehan, exvicepresidente ejecutivo de la cadena de pizzerías Little Caesar's.
Sheehan inmediatamente puso su sello en el esfuerzo de recuperación de la compañía, convenciendo a Monaghan de experimentar con nuevas estrategias y productos, como ensaladas, pizza de masa fina y sándwiches submarinos. Si bien hasta el momento Domino’s había mantenido su estrategia de vender solo pizza, ahora Tom estaba dispuesto a adoptar un enfoque diferente y cambiar lo que fuese necesario. Los nuevos productos buscaban competirles a cadenas como Pizza Hut, que contaban con un menú más amplio.
En 1990, Domino’s Pizza se aventuró a patrocinar al equipo Doug Shierson Racing en el Campeonato de Monoplazas de Estados Unidos. Ese año, el piloto Arie Luyendyk se proclamó vencedor de las 500 Millas de Indianápolis con un monoplaza con los colores de Domino's. Desde entonces, la compañía ha sabido aprovechar muy bien el marketing deportivo para promover su marca como sinónimo de velocidad.
En 1993, Domino’s tuvo que eliminar su garantía de 30 minutos o menos debido a múltiples accidentes de tránsito en los que se veían envueltos sus repartidores. Concretamente, el caso que motivó la eliminación de esta política fue uno en que un juez de St. Louis ordenó a la empresa pagar $78 millones de dólares a una mujer atropellada por uno de sus conductores que se pasó un semáforo en rojo.
En 1994, Domino’s amplió nuevamente su menú añadiendo alitas de pollo. Posteriormente lanzaría una promoción por tiempo limitado de pizzas con masa saborizada.
En marzo de 1997, Domino's presentó los resultados del año anterior, despejando cualquier duda con respecto a su situación financiera. La compañía facturó más de $2.800 millones de dólares y obtuvo ganancias récord de $50,6 millones de dólares.
"Creemos que volver a centrarnos en nuestro negocio principal, la entrega de pizzas, junto con excelentes productos nuevos y un fuerte crecimiento internacional, explicaron nuestros tremendos resultados en 1996." -Afirmó el entonces director financiero, Harry Silverman.
El fin de una era: Thomas Monaghan vende Domino's Pizza
Bajo el liderazgo de Tom, Domino’s volvió a estabilizarse, pero él ya no era el mismo. Por esta época, leyó un libro titulado “Mero Cristianismo”, escrito por C. S. Lewis. Este libro lo llevó a reflexionar sobre la vida que llevaba y sus ambiciones, sintiendo que se había desviado de su propósito y de sus principios. La vida de lujos que llevaba lo hacía sentir vacío, entonces recordó las enseñanzas que aprendió durante su estancia en el hogar de acogida St. Joseph's y pensó que necesitaba replantearse muchas cosas. El exitoso empresario empezó a vender sus propiedades y lujos, desprendiéndose de aquellas cosas materiales que por años había acumulado. También vendió el equipo de baseball los Tigres de Detroit. Solo le faltaba desprenderse de una cosa más: la empresa que había construido por décadas.
“Tuve que hacerme rico para ver que ser rico no es importante. Hice un voto millonario de pobreza y vendí la mayoría de mis grandes posesiones. Ahora no conduzco coches de lujo, no vuelo en primera clase, no tengo yates, aviones, ni ningún objeto ostentoso. Fue una tremenda sensación de libertad.” -Dijo Tom en una entrevista.
En 1998, después de dirigir la empresa durante 38 años, Thomas Monaghan vendió el 93% de Domino's Pizza a la firma Bain Capital, Inc. por $1.000 millones de dólares. Tom mantuvo una participación minoritaria con derecho a voto y permaneció en la junta directiva de la empresa como presidente emérito.
¿Recuerdas que James Monaghan había cambiado la mitad de la empresa que le correspondía por un Volkswagen Escarabajo del 59? En caso de haber mantenido su participación, hubiese ganado $500 millones de dólares tras la venta de Domino’s. Sin duda, ese puede ser considerado como uno de los peores errores en los negocios de la historia. Después de disolver la sociedad con su hermano, poco se supo de la vida de Jim, solo que tuvo diversos empleos y llevó una vida tranquila, alejada del mundo empresarial. Sobre su relación con Tom no hay mucha información. Jim falleció en octubre de 2020 a los 81 años de edad.
Tras retirarse del mundo corporativo, Tom se dedicó de tiempo completo a actividades sin fines de lucro. Creó una institución educativa en Ypsilanti, Michigan, que eventualmente se convertiría en la Universidad Ave María. Además, fundaría la ciudad Ave María en el estado de Florida, una comunidad regida completamente por principios católicos, la cual llegaría a contar con una población de alrededor de 27 mil habitantes. La Universidad Ave María posteriormente se trasladaría a esta nueva ciudad.
La reinvención de Domino's Pizza
El encargado de reemplazar a Thomas Monaghan como presidente de Domino’s fue David Brandon, quien puso en marcha un plan orientado a impulsar el crecimiento de la empresa: cerró tiendas que no fueran rentables, reubicó tiendas en lugares más visibles, eliminó puestos administrativos y aceleró el ritmo de apertura de nuevas tiendas.
En el 2001, se añadió al menú de Domino’s pan con queso y unos palitos de canela llamados Cinna Stix, que son considerados como el primer postre que ofreció la cadena.
Los nuevos productos siguieron llegando en el 2003 con el lanzamiento de otro postre, Domino's Dots, unas bolas de masa horneadas con canela y azúcar y servidas con glaseado de vainilla. Además, se presentó la Pizza Philly Cheese Steak, una suculenta pizza con carne al estilo Filadelfia, vegetales y una mezcla de tres quesos. Ese mismo año, la compañía llegó a un acuerdo para patrocinar la Asociación Nacional de Carreras de Autos de Serie (más conocida como NASCAR). A través de este acuerdo, Domino's se convirtió en la “Pizza Oficial de NASCAR”. Desde el punto de vista del Marketing, el objetivo de Domino’s era reforzar en la mente de los clientes la asociación entre velocidad y su eficiente sistema de entregas.
Los primeros años bajo el mando de Bain Capital, la compañía tuvo un crecimiento importante, llegando a superar los 7.300 establecimientos en todo el mundo. El plan de Bain Capital era preparar a Domino’s para su salida a bolsa.
En el 2004, Domino's hizo su oferta pública inicial en la Bolsa de Nueva York.
Con el transcurrir de los años, Bain Capital siguió explorando oportunidades para aumentar la rentabilidad de Domino’s. Los nuevos directivos de la empresa decidieron utilizar insumos más baratos con el objetivo de reducir costos, pero esto produciría una grave crisis corporativa. Los clientes no tardaron en notar que las pizzas sabían diferente y eran de menor calidad.
En el 2006, por primera vez desde que nació oficialmente Domino’s Pizza, las ventas de la empresa cayeron. Y no solo eso, sino que la percepción de los clientes con respecto a la marca y sus productos se estaba deteriorando.
Para el 2010, la situación se volvió insostenible. Las ventas de Domino’s Pizza seguían cayendo en picada y los clientes no paraban de quejarse. En grupos focales que se realizaron para tratar de entender qué sucedía en el mercado, se encontró que a los clientes les gustaba menos una pizza si sabían que era de Domino’s. La compañía se centró tanto en optimizar su rentabilidad y sus tiempos de entrega, que descuidó por completo el sabor y calidad de sus pizzas.
En medio de la difícil situación, Domino’s contrató a un nuevo director ejecutivo, Patrick Doyle, quien llegó decidido a mejorar la imagen de la empresa. Para lograrlo, tomó una decisión arriesgada: reconocer públicamente que sus pizzas eran de mala calidad.
Doyle protagonizó, junto con otros ejecutivos, unos comerciales en los que mencionaban fuertes críticas de clientes reales y aceptaban que sus pizzas sabían a cartón, pero luego anunciaban que estaban haciendo cambios importantes y se comprometían a ofrecer una mejor pizza con ingredientes frescos y de calidad.
Los clientes valoraron la honestidad de la marca y decidieron darle una segunda oportunidad.
Algunos de los cambios realizados por Domino’s, fueron: usar harina y queso de mayor calidad, agregar más especias a la salsa y cubrir los bordes de la pizza con mantequilla con ajo, todo esto para darle más sabor a cada centímetro de la pizza.
Cuando la nueva receta comenzó a comercializarse, los clientes quedaron encantados. En los meses posteriores, las ventas de Domino’s aumentaron un 14% y sus acciones duplicaron su valor. Más sorprendente aún: entre 2010 y 2017, Domino's tuvo mejor desempeño en bolsa que compañías como Netflix, Tesla, Google, Amazon, Apple y Microsoft. Pasó de ser una de las compañías de pizza peor valoradas, a ser la preferida del mercado.
Durante los siguientes años, la compañía continuó ampliando su menú, añadiendo opciones como pizza en sartén, pizza vegana y pizzas con preparaciones especiales, como la pizza Deep Dish al estilo Chicago. También, implementó innovaciones tecnológicas, como una plataforma para que los clientes personalizaran su pizza de forma interactiva, un sistema de rastreo de pedidos en tiempo real y repartos con drones y robots autónomos.
En el 2015, Domino's presentó un coche de pizza llamado Domino's DXP, el cual tiene capacidad para transportar 80 pizzas, guarniciones, botellas de refresco de dos litros y salsas. Este coche, fabricado por Chevrolet, incluye un horno de 140 grados Fahrenheit a bordo y consume menos combustible que un vehículo de reparto estándar. Pese al transcurrir de los años, la empresa no pierde su deseo y ambición por innovar para garantizar que sus pizzas lleguen a manos del cliente en las mejores condiciones y en el menor tiempo posible, esa es la esencia de su éxito.
En el 2017, luego de décadas de una rivalidad titánica, Domino’s superó a Pizza Hut como la empresa que más pizza vende en todo el mundo.
En el 2018, Domino’s lanzó una ingeniosa campaña publicitaria llamada “Paving for Pizza”, la cual consistió en reparar baches en las calles de Estados Unidos para evitar que sus pizzas se dañaran durante el transporte. Las secciones pavimentadas presentaban el logotipo de Domino's junto con el lema "OH SÍ, LO HICIMOS". Los ciudadanos aplaudieron este gesto y en muchos medios hablaron de ello. Sin duda, fue una excelente estrategia para conectar emocionalmente con el mercado. En contraste, una campaña publicitaria que no le salió como esperaba, fue una lanzada en Rusia ese mismo año. Domino´s anunció que regalarían 100 pizzas al año durante 100 años a toda persona que se tatuase el logo de la empresa y lo compartiera en redes sociales con un hashtag en ruso que traducía #DominosParaSiempre. La campaña originalmente fue pensada para que durara dos meses, pero al final fue cancelada en menos de una semana debido a que la cantidad de participantes superó las expectativas. La empresa dio por finalizada la campaña cuando en total ya iban 350 participantes, una cifra que la ponía en serios aprietos financieros. Según cálculos, si esas 350 personas aprovechan su premio durante 50 años, la compañía tendrá que afrontar un gasto total de $14 millones dólares en pizza gratis.
En el 2020, Domino’s cerró sus operaciones en Italia. Factores como la pandemia y la dificultad para competir contra pizzerías locales, hicieron que la empresa tuviera que declararse en bancarrota en este país europeo.
Actualmente, Domino's Pizza mantiene su liderato como la cadena de pizzerías más grande del mundo, contando con más de 18 mil establecimientos en 90 países, generando empleo para más de 290 mil personas y facturando más de $4.500 millones de dólares anuales. Su producto estrella continúa siendo la pizza con su masa clásica al estilo americano, con más queso y grosor que las de estilo italiano, pero en cada país donde opera ofrece opciones complementarias que incluyen pastas, panes, bowls, sándwiches, pollo frito, postres, bebidas y hasta alternativas veganas.
En cuanto a Thomas Monaghan, ahora tiene 87 años de edad y continúa liderando diversas iniciativas sociales y religiosas. En el 2011, fundó una cadena de hamburguesas llamada Gyrene Burger, pero el negocio no fue rentable. A lo largo de su carrera como empresario y filántropo, ha recibido múltiples premios y reconocimientos, entre ellos: el Gold Plate Award de la Asociación Internacional de Franquicias (IFA) en 1983; el Premio Horatio Alger en 1995; el Premio IFA al Emprendedor del Año en 1986; el Premio Napoleón Hill en 1987; el Premio a la Fidelidad Familiar Papa Juan Pablo II en 1988; y el Premio Leatherneck del Cuerpo de Marines en 1990. También ha recibido títulos honoríficos de doce universidades de todo el mundo y, en marzo del 2000, fue nombrado miembro honorario del Magdalene College de la Universidad Británica de Cambridge.
Claves del éxito de Domino's Pizza
¿Qué lecciones podemos aprender de este caso de éxito? A continuación, te compartimos algunas de ellas:
- Resiliencia y Superación Personal: La vida de Thomas Monaghan estuvo marcada por momentos de dificultad. Desde su infancia, tuvo que enfrentar situaciones muy difíciles, pero él supo afrontar la adversidad con resiliencia, levantándose una y otra vez y aprendiendo valiosas lecciones que le ayudaron a forjar el carácter y la disciplina que necesitaba para dar forma a su futuro. Su caso en un gran ejemplo de superación personal.
- Las ventas no son todo: A lo largo de este caso hemos visto que en muchos momentos Domino’s ha enfrentado serios problemas financieros, no por falta de ventas, sino por falta de eficiencia. Las ventas son importantes, pero estas deben estar soportadas por una gestión eficiente y un sistema de negocios sostenible. Si el modelo de negocios no es eficiente, el aumento de las ventas solo profundizará los problemas internos.
- Innovación Constante: Si hay algo que caracteriza a Domino’s, es justamente su capacidad para convertir problemas en oportunidades a través de la innovación. La compañía nunca se ha conformado y esto la ha llevado a desarrollar importantes innovaciones que han revolucionado la industria. Thomas Monaghan y Domino’s Pizza ayudaron a definir la forma en que funciona el servicio de comida a domicilio a nivel mundial.
- Marketing Efectivo: Domino’s ha sabido posicionarse en la mente y en el corazón de sus clientes. Sus estrategias comerciales, ingeniosas, ambiciosas y revolucionarias, han sido determinantes para su éxito en el mercado. Es una compañía que no teme arriesgarse y explorar variados conceptos de marketing que van desde la creación de personajes y el uso del storytelling, hasta la implementación de herramientas interactivas y osados concursos para conectar con los clientes.
- Tecnología: La obsesión de Thomas Monaghan por la eficiencia lo llevó implementar toda clase de maquinarias y equipos especializados para llevar la producción y entrega de pizzas a niveles impensados. Fue un visionario que hizo todo a su alcance para garantizar que los clientes obtuvieran pizza fresca y caliente en el menor tiempo posible, redefiniendo por completo la industria.
- Calidad del Producto y Servicio al Cliente:El énfasis de Tom Monaghan en la calidad de los ingredientes y en garantizar entregas rápidas destaca la importancia de la satisfacción del cliente. La construcción de una reputación basada en la excelencia del producto y un servicio eficiente contribuyó significativamente al éxito continuo de Domino's Pizza. La calidad y el buen servicio no son opcionales.
- Adaptación al Mercado: Domino’s es una compañía que ha sabido adaptarse y reinventarse para mantenerse vigente. En un principio, hizo de la sencillez y la eficiencia sus principales ventajas competitivas, pero poco a poco fue desarrollando nuevos productos y conceptos que le han permitido mantener su posición en el mercado y superar las expectativas de sus clientes.
Así concluimos la fascinante historia de Domino's Pizza, una empresa que tiene sus orígenes en una pequeña pizzería creada por Dominick Di-Varti, pero que sería adquirida por dos hermanos con una infancia difícil que supieron reponerse ante las adversidades de la vida. Finalmente, sería Tom Monaghan el visionario que convirtió esa pequeña pizzería en una de las compañías de comidas rápidas más grandes del mundo y terminaría por revolucionar completamente la industria, convirtiéndose en un referente e inspiración en el mundo empresarial. En sus propias palabras:
“No creo que nadie en el mundo de los negocios haya pasado por momentos más difíciles que yo. Siento que todos los tropiezos en Domino’s fueron herramientas para aprender. Los usé como peldaños y no los vi como fracasos. Un fracaso es cuando dejas de intentarlo, y yo nunca lo hice.”
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