De inmigrante ilegal a Empresario Millonario: Juan Chipoco
Debido a la muerte de su padre, tuvo que trabajar desde muy chico para ayudar a su familia. A los 21 años, decidió emigrar en busca de oportunidades y solo logró conseguir trabajo lavando platos en un restaurante. Hoy en día, es dueño de una cadena de exitosos restaurantes que lo han convertido en uno de los latinos más admirados e influyentes en Estados Unidos… ¿Cómo lo logró?
El protagonista de esta historia es Juan Chipoco, quien nació en 1972 en la ciudad de Lima, Perú.
Desde muy chico, tuvo que enfrentar grandes dificultades. Su padre falleció cuando él era apenas un niño, por lo que se vio obligado a abandonar sus estudios para comenzar a trabajar y ayudar a su madre y a sus hermanos menores.
Su primer empleo fue como ayudante en una panadería que administraba su tío. Allí cargaba sacos de harina, limpiaba las estaciones y, poco a poco, empezó a experimentar en la cocina.
Emigrando en busca de oportunidades
Pese a que sus orígenes fueron humildes, siempre fue una persona muy ambiciosa. Tenía grandes sueños y no iba a conformarse con quedarse toda la vida cargando sacos de harina, así que, en 1993 con 21 años de edad, decidió emigrar a Estados Unidos en busca del llamado “Sueño Americano”.
Hizo los trámites de la visa y, tras conseguirla, tomó sus ahorros para comprar un tiquete y emprender su viaje.
Su plan era irse como turista y quedarse ilegalmente mientras lograba resolver su situación para eventualmente conseguir un buen empleo.
El joven llegó a Miami y allí lo recibió una tía que lo hospedó por algunos días. Luego, se mudó a un departamento con cinco amigos que también habían llegado al país norteamericano en busca de oportunidades.
Debido a su situación de inmigrante ilegal, solo pudo conseguir trabajo lavando platos en un restaurante de comida china. Más tarde, entró a trabajar en otro restaurante de comida china, pero esta vez era propiedad de una familia peruana. El restaurante se llamaba “El Chifa” y era un referente en Miami en esa época.
Aunque inicialmente solo realizaba labores de limpieza y ayudaba con la atención de los clientes, los propietarios del restaurante vieron potencial en él y le fueron enseñando algunas cosas sobre cocina, hasta que terminó por convertirse en “la mano derecha” del chef.
Tras terminar su etapa en el restaurante, probó suerte como entrenador personal y nutricionista, pero no tuvo mucho éxito.
En el año 2.000, siete años después de haber llegado a tierra estadounidense, se casó y logró solucionar su situación legal. Lamentablemente, el matrimonio no funcionó y tiempo después se divorció.
En los siguientes años, se dedicó a trabajar en diversos roles en varios restaurantes de la ciudad, llegando incluso a ocupar cargos administrativos en algunos de ellos. Gran parte de lo que ganaba, lo ahorraba con la esperanza de algún día iniciar un negocio propio.
“Creo que lo genial es pasar por los procesos y entender que nada es fácil en este mundo. El hecho de que el camino sea complicado no quiere decir que sea feo o malo. Tienes que prepararte para entender cuando te llegue el momento… Si yo no sé cómo lavar ollas, organizar comida, inventariar un restaurante, ¿Cómo voy a saber si un empleado está haciendo bien su trabajo?... Uno tiene que ser un ejemplo para los demás.” -Dijo Juan en una entrevista.
Iniciando su propio negocio
En el 2006, se asoció con Luis Hoyos, otro inmigrante que había conocido en uno de sus anteriores empleos y quien se convirtió en su gran apoyo. Juntos establecieron un restaurante de comida cubana llamado “La Cibeles”, pero el negocio fracasó.
En el 2007, viajó a Perú con el objetivo de estudiar cocina. Durante un año estuvo perfeccionando sus técnicas culinarias y aprendiendo los grandes secretos de la gastronomía de su país.
En el 2008, regresó a Estados Unidos y solicitó un préstamo para iniciar un nuevo negocio, pero esta vez estaba determinado a capitalizar todos sus errores y aprendizajes en la industria gastronómica. Así nació “CVI.CHE 105”, un pequeño restaurante de comida peruana con capacidad para 10 mesas ubicado en el Downtown de Miami.
Todo el tiempo que pasó trabajando en otros restaurantes le permitió conocer a los clientes y entender cuáles eran los factores claves del éxito en el sector, así que construyó su modelo de negocios enfocándose en brindar un servicio excepcional, sin importar que tuviera que empezar en un modesto local.
“Desde el comienzo fue un suceso. Fue una maravilla, porque desde el primer día que abrimos había una cola de 70 personas. Colapsamos y tuvimos que cerrar a las 4 de la tarde.” –Contó el empresario.
Pese a que el restaurante se encontraba en una zona que en aquella época no era muy turística, todos los días se llenaba por completo, así que Juan visionaba con ampliar el lugar y hasta abrir sucursales en otras zonas.
Un año más tarde, ese pequeño restaurante con 10 mesas ya había ampliado su capacidad a 98 mesas y se posicionaba como uno de los lugares más populares de Miami. Famosos y celebridades llegaban hasta allí para probar los ceviches y otras delicias de la gastronomía peruana que Juan preparaba con tanta pasión.
Durante los siguientes años, CVI.CHE 105 se consolidó como el mejor restaurante peruano de todo Miami según diversos rankings y publicaciones; sin embargo, la ambición de Juan no se detendría allí.
Crecimiento y expansión del negocio
En el 2012, inauguró dos nuevos negocios en la misma zona: “Pollos y Jarras”, un asadero de pollos al carbón; y “Wasska Lounge”, un bar-discoteca; ambos conceptos inspirados igualmente en la gastronomía y cultura peruana.
En el 2014, CVI.CHE 105 abrió en la exclusiva zona de South Beach su segundo local en Miami, marcando así el inicio de la expansión de la cadena.
En el 2017, el tercer local de la cadena fue inaugurado en el reconocido centro comercial Aventura Mall.
En el 2018, Juan se alió con su hermana Fiorella Chipoco para reinaugurar “Kendall Brasa”, un asadero de pollos en Lima, Perú, que había sido fundado en 1994. Este fue el primer restaurante de la cadena de Juan Chipoco establecido fuera de Estados Unidos.
En el 2019, inauguró en Miami un nuevo restaurante llamado INTI.MO, cuya carta combina platos peruanos y japoneses. Su objetivo era crear un ambiente mucho más exclusivo y elegante que el de sus otros establecimientos. Inicialmente el restaurante no tuvo la misma acogida que sus otras marcas; sin embargo, fue solo cuestión de tiempo para que despegara. Al cabo de unas semanas, ya estaba teniendo lleno total todos los días. Hoy en día, es prácticamente imposible encontrar una mesa vacía, por lo que es necesario reservar con varios días de anticipación para entrar allí.
En el 2020, abrió dos nuevos restaurantes: un CVI.CHE 105 en el centro comercial Dadeland Mall; y YUCA 105, una propuesta que combina platos de la gastronomía cubana y peruana.
En el 2021, inauguró en Aventura Mall el segundo local de “Pollos y Jarras”, siendo este su más reciente restaurante establecido hasta el momento.
Empresario millonario, exitoso, influyente y admirado
Actualmente, Juan está cerca de cumplir los 50 años, sigue ejerciendo como director general de sus restaurantes, genera empleo para más de 1.000 personas, conduce lujosos autos valorados en cientos de miles de dólares y vive en su mansión de 5.000 mts2 junto a sus dos hijos y su pareja, quien también es su socio y ha estado a su lado apoyándolo desde sus inicios. A lo largo de su carrera, el exitoso chef y empresario ha recibido diversos premios y reconocimientos por su labor, siendo considerado como uno de los latinos más admirados e influyentes en Estados Unidos. A futuro, planea seguir expandiendo sus restaurantes para llevar la esencia de la gastronomía y cultura peruana a ciudades como Nueva York y a países como Qatar.
Así concluimos la inspiradora historia de Juan Chipoco, un apasionado y ambicioso empresario gastronómico que enfrentó con determinación todos los obstáculos que la vida le impuso, tomando como aprendizaje los momentos más difíciles de su vida para sentar las bases de su tremendo éxito en los negocios y convirtiéndose en un referente para muchos otros emprendedores que también están luchando por sus sueños lejos de sus familias y de sus países de origen. En sus propias palabras:
“Hay momentos oscuros en la vida capaces de eclipsar todos esos días llenos de luz... Momentos en que piensas en tirar la toalla, pero esos momentos son parte de la vida. La vida es un camino y hay que seguir avanzando. El secreto está en ver cada obstáculo como un reto. En la vida hay que luchar, porque dejar de luchar es dejar de soñar.”
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