En 1989, un exitoso empresario que había construido una fortuna en la industria de la moda decide vender su empresa para aventurarse a luchar por el cuidado del medio ambiente. 30 Años más tarde, ese empresario pasó a la historia como el mayor donador de tierras privadas de todos los tiempos, tras entregar más de 800 mil hectáreas de áreas protegidas para el beneficio de la humanidad… ¿Cómo lo logró?
Se hizo millonario en la industria de la moda y lo vendió todo para ayudar al planeta
El protagonista de esta historia es Douglas Tompkins, quien nació el 20 de marzo de 1943 en Conneaut, Ohio, Estados Unidos.
Desde muy joven, despertó una gran pasión por los deportes al aire libre, motivo por el cual, a los 17 años de edad, abandonó sus estudios para mudarse al oeste y así dedicarse de lleno a sus dos actividades favoritas: esquiar y escalar. Allí pasó varios años de su vida participando en competencias de esquí y escalando imponentes montañas.
En 1963, fundó en California una empresa dedicada a ofrecer servicios de guías de escalada.
Durante esta etapa de su vida conoció a Susie Russell, una apasionada por el senderismo y la aventura que se convertiría en su esposa.
Emprendiendo en la industria de la moda
En 1966, la pareja, frustrada por las limitadas e incomodas opciones de equipamiento para deportes al aire libre que habían disponibles en el mercado, decide solicitar un préstamo para iniciar una pequeña tienda minorista de montañismo a la que bautizaron “The North Face”.
Su propósito era hacer el mundo exterior accesible a todas las personas, sin importar sus capacidades ni orígenes. Guiados por esta visión, comenzaron a diseñar sacos para dormir, mochilas, tiendas de campaña, equipos de camping y ropa para deportes al aire libre.
La tienda se hizo popular rápidamente entre atletas, mochileros y expedicionarios, que encontraron en sus diseños lo que por años habían buscado. La marca se convirtió en sinónimo de “vestirse cool para hacer deporte”.
Entre las grandes innovaciones desarrolladas por The North Face, destaca la famosa “Carpa Igloo”, un modelo de carpa con varillas flexibles que desplazó poco a poco a las llamadas “Tiendas Cacique”, que eran el modelo estándar en la época y cuyo diseño se inspiró en los campamentos de los aborígenes. La Carpa Igloo terminó siendo copiada por varias marcas y su uso se extendió por todo el mundo.
Amor a primera vista: La Patagonia
Pese a que el negocio era un completo éxito, Tompkins no se sentía del todo feliz con lo que hacía, así que, en 1968, decidió vender su parte de The North Face para aventurarse a viajar por carretera desde California hasta la Patagonia.
Cuando llegó a la Patagonia, fue “amor a primera vista”. El empresario quedó fascinado con los paisajes e inmediatamente supo que ese era el lugar en el que quería estar por el resto de su vida.
La travesía duró 6 meses y fue recopilada en el documental “Mountain of Storms”, una producción que a día de hoy sigue inspirando a los más osados viajeros.
Tras regresar del viaje, inició junto a su esposa un negocio de ropa que más adelante se convertiría en “Esprit”, una exitosa marca que para 1980 ya superaba los $1.000 millones de dólares en ventas anuales.
Aunque gestionar una compañía multimillonaria pueda ser una tarea de tiempo completo, Tompkins jamás dejó de lado su pasión por la aventura. Cada año se tomaba algunos meses para viajar a lugares llenos de naturaleza y practicar sus deportes favoritos. Estos viajes lo llevaron a reflexionar y le permitieron tomar conciencia acerca del daño que causaba al planeta el desenfrenado consumismo de los seres humanos… un consumismo que él mismo se había encargado de impulsar a través de sus empresas.
A finales de los 80’s, el exitoso empresario lanzó en Esprit una campaña de marketing titulada “Compre sólo lo que necesite”, pidiéndole a los clientes que fuesen mucho más responsables con sus decisiones de compra.
Para este punto, ya no había marcha atrás. Sentía que no podía seguir siendo parte de una industria que estaba poniendo en riesgo la naturaleza que tanto amaba, por lo que decidió dar un giro radical a su vida…
Renunciando a todo para dedicarse a cuidar el medio ambiente
En 1989, se divorció de su esposa y le vendió sus acciones de Esprit por $125 millones de dólares, dando así por finalizada su carrera en el mundo de los negocios y abriéndose paso para iniciar la etapa más apasionante de su vida.
“La industria de la moda estaba creando cosas que la gente no necesitaba… Abandoné una economía basada en un consumismo irrelevante que produce trastornos en el medioambiente.” -Dijo en una de las últimas entrevistas que concedió.
Tras desprenderse de sus negocios, viajó a La Patagonia con el objetivo de establecerse allí para liderar acciones de restauración, conservación y cuidado del medio ambiente.
Una vez allí, creó las fundaciones Deep Ecology y Conservation Land Trust, y comenzó a comprar miles de hectáreas de tierra en el sur del continente americano para su conservación. Sin embargo, las cosas no serían tan fáciles como esperaba, pues la noticia de que un millonario estadounidense estaba en Suramérica comprando terrenos despertó la desconfianza de gobiernos y organizaciones privadas, las cuales orquestaron campañas de desprestigio en su contra afirmando que su plan era robar el agua de los Esteros del Iberá, y que el gobierno y la marina de los Estados Unidos estaban detrás instalando bases secretas. También, se le acusó de querer frenar el progreso en la región debido a que las tierras compradas podían utilizarse para la explotación minera o para la construcción de plantas hidroeléctricas.
Algo que siempre caracterizó a Tompkins fue su tranquilidad y actitud pacífica ante las difamaciones, porque en el fondo sabía que tarde o temprano la verdad se vería reflejada ante todos, clara como el agua.
En 1993, se casó con su segunda esposa, Kristine McDivitt, otra enamorada de la naturaleza y de los deportes al aire libre que había sido directora ejecutiva de la marca de ropa “Patagonia”, y con quien a partir de entonces compartiría todos sus proyectos conservacionistas.
“Como muchas otras personas pensantes, nosotros podemos ver claramente cómo la biodiversidad y los ecosistemas colapsan a nuestro alrededor. Así es que nos arremangamos las camisas y nos pusimos a trabajar. No tenemos otra opción: de otra forma, podríamos bien decirle adiós a nuestro hermoso planeta.” -Fueron sus palabras.
En los años siguientes, se dedicaron a restaurar los terrenos adquiridos para convertirlos en áreas protegidas. Además, se unieron a apoyar esfuerzos activistas en pro del medio ambiente y publicaron diversos libros sobre temas ecologistas.
Estas acciones los llevaron a meterse en problemas políticos y a ganarse poderosos enemigos, pero estaban dispuestos a correr cualquier riesgo para lograr su propósito.
“Nosotros entendemos que la crisis medioambiental se debe al antropocentrismo: los seres humanos primero y la naturaleza después, pero ésa es una visión cortoplacista porque dependemos de la naturaleza, y no al revés.” -Declaró Tompkins en una entrevista.
Cuando los proyectos de la pareja comenzaron a mostrar resultados, la situación se calmó un poco y se disiparon las dudas que existían en torno a sus intenciones, así que les resultó mucho más fácil seguir avanzando en sus planes.
Durante las siguientes décadas, continuaron comprando terrenos para convertirlos en parques nacionales y posteriormente donarlos a sus respectivos países de origen.
Entre los parques que entregaron, se encuentran: “Parque Nacional Monte León”, ubicado en la provincia de Santa Cruz, Argentina; “Parque Nacional Corcovado”, ubicado en la provincia de Palena, Chile; “Parque Nacional Yendegaia”, ubicado en la provincia de Tierra del Fuego, Chile; “Estancia El Rincón”, ubicada en la provincia de Santa Cruz, Argentina; y el “Parque Nacional Impenetrable”, ubicado en la provincia de Chaco, Argentina.
Su labor no era solamente comprar los terrenos y donarlos, sino que en cada parque realizaban acciones de restauración, protección, regeneración de la naturaleza, repoblamiento de especies nativas y capacitación para que los residentes locales pudiesen continuar trabajando las tierras de forma sostenible.
A la par que lideraba acciones conservacionistas, Tompkins seguía practicando con su esposa y amigos aquellas actividades al aire libre que tanto le apasionaban. En sus parques escaló imponentes montañas, recorrió majestuosos senderos y navegó implacables aguas hasta el último día de su vida, pues fue justamente en una de sus pasiones que encontraría la muerte…
El legado de Douglas Tompkins
El exitoso empresario y activista ecológico murió de hipotermia el 8 de diciembre de 2015 a los 72 años de edad al volcar su kayak en un lago de Chile. No obstante, cuatro años después, su esposa Kristine concretó el más grande de sus sueños: entregar al estado chileno 470 Mil hectáreas de parques naturales.
Los últimos parques donados en su nombre tras su muerte fueron: “Parque Nacional Pumalín”, ubicado en la provincia de Palena, Chile; “Parque Nacional Iberá”, ubicado en la provincia de Corrientes, Argentina; y el “Parque Nacional Patagonia”, ubicado en la provincia de General Carrera, Chile.
En total, los terrenos entregados por la pareja suman más de 800 mil hectáreas, siendo considerada la mayor donación de tierras privadas de todos los tiempos.
Así concluimos la fascinante historia de Douglas Tompkins, un apasionado por la aventura y la naturaleza que no dudó en renunciar a una vida de lujos para trabajar incansablemente por cuidar los paisajes que tanto amó desde chico, dejando un legado que hoy inspira a empresarios y activistas de todo el mundo. En sus propias palabras:
“Soy un conservacionista descarado y desvergonzado. Sé que todos no tienen mis recursos, pero les digo que no se preocupen, hagan las cosas lo mejor que puedan porque lo encontrarán gratificante y útil, y están pagando el alquiler por vivir en el planeta. Así que, háganlo… Solo háganlo."
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1 comentarios:
Emprender un nuevo proyecto es la mejor opción para desarrollar iniciativas. Os invito a visitar el proyecto El regreso de las gargolas que se inaugura ahora.
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