Cómo se convirtió Rappi en la app de domicilios más utilizada en América Latina
En el año 2013, cuatro jóvenes emprendedores deciden unir esfuerzos y talentos para desarrollar una plataforma que ayudara a las empresas a vender fácilmente por Internet. A través de esa experiencia, se percatan de que existe un gran problema con los tiempos de entrega en las ventas online y crean una aplicación de delivery para solucionarlo. Hoy en día, esa aplicación se ha convertido en una de las compañías tecnológicas más poderosas de Latinoamérica y vale más de $3.500 Millones de dólares… ¿Cómo lo logró?
La protagonista de esta historia es la compañía Rappi, fundada por los colombianos Simón Borrero, Sebastián Mejía, Felipe Villamarín y Juan Pablo Ortega.
La historia comienza con la amistad que cultivaron en sus años de juventud Mejía y Borrero en la ciudad de Cali.
En el año 2000, al terminar sus estudios de secundaria Borrero decidió estudiar Administración de Empresas en la Universidad de los Andes, en Bogotá. Allí se le ocurrió la idea de crear una herramienta web llamada “Ventrevista”, dedicada al reclutamiento de personal. Sin embargo, le fue muy difícil encontrar quién le diseñara y programara el sitio, así que decidió aprender por él mismo cómo hacerlo.
"Estaba en la universidad y con $700.000 pesos colombianos pagué un curso para desarrollar páginas web. Comencé a venderlas y el negocio fue creciendo." -Dijo Simón en una entrevista.
Con estos conocimientos, pudo no solo crear su plataforma, sino que además comenzó a ofrecer el servicio a otras personas que, como él, necesitaban un sitio web.
Poco a poco el negocio fue creciendo y decidido nombrar su emprendimiento “Imaginamos”. El éxito del negocio fue tal, que llegó a tener más de 300 empleados, entre los que figuraba el bogotano Felipe Villamarín.
Los orígenes de Rappi
Gracias al éxito de este emprendimiento, Borrero decide unir fuerzas con su viejo amigo, Mejía, quien residía en New York. La idea que comenzaron a elaborar juntos, añadiendo a Villamarín al grupo, consistía en la creación de una plataforma para la venta online, algo que emulara la experiencia de comprar con un “carrito” en el supermercado, pero a través del espacio cibernético, ya que, en aquella época, muy pocas empresas contaban con un carrito de compra en sus sitios web y las pasarelas de pago digitales no se habían expandido.
La idea tomó forma y se convirtió en “Grability”, una plataforma lanzada en el año 2013 que facilitaba la interacción del consumidor con una interfaz gráfica atractiva, la cual era una fiel reproducción digital de estanterías de supermercado, en las que los usuarios encontrarían todo tipo de productos.
Su principal diferenciador era que las grandes superficies utilizaban sistemas complicados como el de Amazon en sus sitios web, diseñados para compras de productos específicos. Grability, por otro lado, ofrecía un modelo más práctico y conciso para las compras minoristas de distintos productos. Esto llamó la atención de grandes cadenas de supermercados cómo Walmart y El Corte Inglés, que apostaron por implementar la plataforma en sus comercios.
Mientras trabajaban en Grability, los emprendedores se habían dado cuenta que existía un gran cuello de botella en los procesos de E-commerce, esto incluso en países desarrollados como Estados unidos, donde un producto comprado a través de Internet podía tardar varios días o incluso semanas en ser entregado. Y al trabajar con grandes superficies, notaron que uno de los mayores retos era entregar los pedidos de sus clientes en menos de una hora; así que, con esta premisa en mente, deciden desarrollar el proyecto “Rappi” en el año 2015.
Su modelo inicial de aplicación mezclaba el sistema de Grability de reproducir digitalmente las estanterías de un supermercado, para que, una vez el usuario seleccionara los productos y los pusiera en la canasta de compras digital, una serie de repartidores y contactos en supermercados alistarían los productos seleccionados para llevarlos hasta la puerta del usuario lo más rápido posible. Así lograron que repartir los pedidos tomara muy poco tiempo, mucho menos del que le tomaría a alguien ir hasta los puntos de venta a comprar uno por uno los productos.
Para su plan piloto contactaron a unas cuantas tiendas de un sector de Bogotá y, en conjunto con un grupo de no más de 20 repartidores, comenzaron a recibir pedidos de productos básicos que ellos mismos llevaban a domicilio. La idea fue un completo éxito.
“Abrimos Rappi en una zona de Bogotá como un experimento. Eso fue en agosto del 2015. Empezamos a crecer en domicilios de comidas. Llegamos a manejar 200.000 órdenes de pedidos en cinco meses.” -Comentó Mejía.
Adicional a su modelo inicial, los emprendedores añadieron en su aplicación la posibilidad de que los usuarios hicieran pedidos de productos que no estaban en la plataforma; se trataba de una pequeña caja de texto llamada “Rappi Antojo”. Este feedback ayudó a que la empresa ampliara exponencialmente su catálogo de productos y alianzas, permitiendo a los usuarios adquirir todo tipo de víveres, medicamentos o platos de comida de toda índole.
Con un gran volumen de pedidos diarios, una nueva plataforma y el desarrollo logístico del sistema de repartidores, la compañía empezó a tomar forma y a ver todo su potencial, pero los obstáculos y la competencia no tardaron en aparecer.
"Las metas eran difíciles, había empresas más grandes que nosotros. Entonces, nos íbamos a un parqueadero hasta la 1 de la mañana con un tablero y los 20 empleados de la empresa para ver cómo nos ingeniábamos para cumplir con los objetivos de la semana. Con esa intensidad, cada uno daba lo máximo de sí mismo y mucha de la cultura que se creó para los empleados de Rappi está ahí." –Explicó Mejía.
De esta manera, se desarrolló un fenómeno curioso: la empresa surgida de Grability empezó a ser más importante que la compañía matriz.
¿Cómo funciona el modelo de negocios de Rappi?
El modelo de negocio que tenía Rappi era muy simple: la compañía no era más que una “intermediaria” entre los usuarios, los comercios y su equipo de repartidores, a los que denominan “Rappitenderos”. Así, cada vez que un usuario realizaba un pedido a un comercio aliado, Rappi se encargaba de cobrarle un 10% de comisión al comercio y un valor por el domicilio al usuario, que oscilaba entre $1 y $3 dólares, dependiendo la distancia. Dicho pago era completamente para el rapitendero. Sí, por el contrario, un usuario hacía un pedido de algún producto que no se encontraba entre los comercios aliados, este tendría que asumir el 10% adicional de comisión.
Rappi, en lugar de ver a sus repartidores como empleados de la empresa, los ven como “emprendedores independientes” que pueden conectarse y desconectarse cuando quieran de la app, ya que no tienen que cumplir con ningún tipo de horario u obligación que no deseen, pudiendo incluso rechazar pedidos.
Este modelo laboral ha generado todo tipo de reacciones. Por un lado, está la compañía y algunos de sus simpatizantes que dicen que este modelo “facilita” la relación entre los miembros de Rappi y los “colaboradores”, y que genera, una reducción de costos innecesarios; además de que posibilita que los trabajadores vean la aplicación como un trabajo a medio tiempo, para las noches o los fines de semana, dándoles libertad para que puedan emplearse en otras compañías u organizar su tiempo como lo prefieran. Por otro lado, algunos medios y defensores de los derechos laborales consideran la aplicación como “una nueva modalidad de explotación laboral”, ya que argumentan que, bajo esta figura del “colaborador libre”, lo que realmente se esconde es un método con el cual emplean a una persona en un trabajo duro sin tener que preocuparse por sus derechos, tales como primas, vacaciones, cesantías y las prestaciones de ley (que incluyen pensión, afiliación a salud y riesgos laborales). Incluso, los implementos característicos del empleado, como el uniforme o el maletín, son cosas que debe comprar el Rappitendero por sus propios medios, pues “después de todo, no son empleados de Rappi”.
Este tipo de denuncias cada vez tienen una mayor relevancia, debido a la legislación de diversos países que han establecido que estas plataformas sí tienen empleados, y por lo tanto deben cumplir con los derechos y condiciones laborales establecidas por la ley. Además, han traído consigo varias protestas en distintas ciudades por parte de los mismos rapitenderos, que exigen mejores condiciones y mayores comisiones.
¿Cómo se convirtió Rappi en un "unicorino"?
Pese a los conflictos laborales, la plataforma consiguió capturar la atención de grandes inversionistas extranjeros. El grupo de emprendedores se postuló en Y Combinaitor, una de las aceleradoras de emprendimientos digitales más famosas del mundo, en la que cada año 14.000 empresas se postulan y solo 90 son aceptadas. Aunque las posibilidades eran pocas, no solo lograron ser admitidos, sino que además su presentación en el programa fue un hito, recibiendo 160 propuestas de inversión, cuando normalmente un pitch exitoso solo recibe unas 35 propuestas.
Fue así cómo, en noviembre del 2016, recibieron una inversión de $9 millones de dólares de Andresseen Horowitz, la misma compañía que invirtió en Facebook y Airbnb en sus inicios. Poco después, recibieron una inversión de $53 millones de dólares por parte de Sequoia Capital, una empresa de capital de riesgo que ha invertido en muchas de las grandes compañías digitales del mundo.
Luego, recibirían $130 millones de dólares por parte de la compañía Delivery Hero. En agosto del 2018, llegaría una inversión de $220 millones de dólares realizada por DST, convirtiendo oficialmente a Rappi en el segundo “Unicornio” colombiano, tras LifeMiles, el programa de fidelización de la aerolínea Avianca. Finalmente, en el año 2019, llegaría la inversión más grande de todas hasta el momento, realizada por Softbank, con un aporte de $1.000 millones de dólares.
Estas inversiones no solo potenciaron el crecimiento de la empresa, sino que también abrieron las puertas para que inversionistas extranjeros pusieran sus ojos en Latinoamérica.
Los retos de Rappi para el futuro
A medida que Rappi crecía, fue desarrollando nuevos servicios, como Rappi Mall, que facilita la compra de ropa; Rappi Cash, para solicitar pedidos de dinero en efectivo; Rappi Care, que ofrece telemedicina y servicios como plomería; Rappi Games, para acceder a videojuegos y participar en torneos; Rappi Travel, un servicio de compra de boletos de avión; Rappi Live, una plataforma para la gestión de eventos en vivo; Rappi Music, un servicio de música digital; y, en algunos países, Rappi Apuestas, para participar en juegos de azar. Incluso, existe la posibilidad de acceder al servicio “Hacer favores”, una opción en la cual el usuario especifica la razón para solicitar un rappitendero, y éste por la plataforma decide si puede o quiere realizar dicha petición. En varias entrevistas, Simón cuenta algunas de las cosas más insólitas que se han solicitado por Rappi, como la necesidad de un repartidor para que juegue Play Station con un grupo de amigos, solicitudes para picar cebolla, o, la ocasión en que fue solicitado uno para que acompañara a una mujer en su despecho. En todas estas situaciones, el Rappitendero cobraba por horas de servicio.
Recientemente, le dio la vuelta al mundo una prueba piloto que, junto a la startup KiwiBot, se implementó en la ciudad de Medellín, Colombia, con 15 robots que hicieron 120 entregas diarias de pizza, poniendo en evidencia los ambiciosos planes de la compañía.
Actualmente, Rappi tiene una valoración de más de $3.500 millones de dólares, genera empleo para más de 2.500 personas, cuenta con más de 100.000 Rappitenderos y tiene presencia en 50 ciudades latinoamericanas de Colombia, Argentina, Brasil, Chile, México, Uruguay, Costa Rica, Perú y Ecuador. Aunque su modelo de negocios continúa recibiendo múltiples críticas, la compañía se encuentra trabajando para mejorar su servicio y lograr conciliar la rentabilidad del sistema con la integridad de sus domiciliarios.
Para el futuro, la compañía espera, además de seguir presentando su triplicado crecimiento anual, poder en algún momento salir a la bolsa de valores, con la mira puesta en Nasqad, reconocida por la gran cantidad de empresas de tecnología que debutan en ella, siendo el segundo mercado de valores más grande de los Estados Unidos, después de la Bolsa de Nueva York.
Así concluimos la apasionante historia de Rappi, una plataforma que nació para solucionar un problema específico en la industria del comercio electrónico, pero que terminó por convertirse en una de las compañías tecnológicas más exitosas y de mayor crecimiento en Latinoamérica, encontrándose con enormes retos en su camino y posicionándose como un referente para muchos otros emprendedores de la región. En palabras de Anu Hariharan, partner del Y Combinator Continuity Fund:
“Creo que Rappi será, en un futuro, el Amazon de América Latina. En cuatro años se expandió a nueve mercados y creó un producto que los consumidores adoran profundamente; todo esto en un mercado donde el ecosistema de venture capital y de startups aún se está desarrollando.”
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