Hoy es perfectamente normal ir a comprar un café y recibirlo con una funda de cartón para poder sostenerlo fácilmente sin quemarnos las manos; sin embargo, para que esta idea fuese una realidad se requirió de una mente brillante y persistente... ¿Cómo sucedió?
¿Cómo se hizo millonario Jay Sorensen con una idea sencilla?
Corría el año de 1991 cuando Jay Sorensen, un agente inmobiliario de poco éxito que vivía en Portland - Oregón, sufrió un desafortunado incidente mientras conducía camino a la escuela con su hija. En el trayecto, hizo una parada para comprar un café en el autoservicio de una cafetería local. Recibió el café y se dispuso a continuar con su trayecto, pero, en una intersección tuvo que maniobrar y, debido a la dificultad para sostener el vaso con su mano, terminó derramando el café caliente sobre sus piernas.
En aquel entonces, los vasos de café solían ser entregados sin protección alguna o simplemente envueltos en una servilleta, por lo que cargarlos era toda una odisea.
Tras este amargo suceso, Jay comenzó a cuestionarse sobre cómo podría hacer que llevar un café caliente fuese mucho más fácil.
Llegó a casa y le contó a Colleen, su esposa, acerca de la idea que tenía en mente. Ella lo escuchó atentamente y decidió apoyarlo, convirtiéndose así inmediatamente en su socia.
Una idea simple para un problema cotidiano
Inicialmente intentó crear vasos de café con una funda incorporada, pero desistió de esta idea porque determinó que no sería rentable para las cafeterías implementarlos.
Luego de semanas experimentando con varios diseños, finalmente decidió cambiar su enfoque y optar por una solución más simple. En lugar de construir el vaso completo, solamente crearía una funda independiente que se añadiría a los vasos tradicionales que se entregaban en las cafeterías.
Diseñó un prototipo inspirándose en el sistema de absorción de las toallas de papel y en los cartones que suelen utilizarse en las tintorerías para poner en los cuellos de las camisas. Las pruebas fueron un éxito y logró crear una funda de cartón que aislaba efectivamente el calor de los vasos.
Confiando en el potencial de su invento, tomó la decisión de patentarlo.
Fue a ver a su abogado y éste le indicó que patentar el producto podría costar más de $5 mil dólares.
Sin dinero para financiar la patente, tuvo que recurrir a sus padres, quienes lo apoyaron pese a no confiar mucho en el proyecto.
En el año de 1995, tras cuatro años de experimentos y papeleos desde que se le ocurrió la idea, Jay Sorensen finalmente consiguió la patente de su invento bajo el nombre de “Java Jacket” (que traducido al español sería algo como “chaqueta de café”).
Con el producto validado y la patente lista, ahora el siguiente reto era comenzar a vender.
La estrategia de ventas para una idea millonaria
Jay pensó que la manera ideal de entrar al mercado era a través de las grandes cafeterías, así que fue tras el “pez gordo”: Starbucks.
“Starbucks había abierto varias tiendas en Portland y estaban creciendo, entonces pensé: ‘ellos son idóneos’… Mostraron mucho interés por el producto, notaron la necesidad, y así empezamos a negociar.” Dijo el emprendedor en una entrevista para History Channel.
El objetivo de Jay era licenciar los derechos de fabricación de las fundas; sin embargo, a Starbucks no le interesaba obtener solamente los derechos de fabricación, sino que quería ser dueño absoluto del invento.
Al no llegar a un acuerdo, Starbucks comenzó a trabajar en su propia versión de fundas para tazas de café, poniendo en aprietos a Jay y a Colleen, quienes ahora debían moverse rápido si no querían perder la oportunidad de negocios que tenían en sus manos.
Ante este inesperado suceso, tomaron la decisión de cambiar su estrategia de entrada al mercado. Ya no buscarían licenciar la patente, sino que ellos mismos producirían las fundas para proveerlas a diferentes cafeterías de la ciudad.
Invirtieron todo el capital que les quedaba para fabricar la mayor cantidad de fundas que les fuese posible.
Jay cargó su auto con las cajas de fundas y se dirigió a las oficinas de “Coffee People”, una cadena con varias tiendas en Portland. Allí consiguió reunirse con el presidente de la compañía para presentarle su producto.
Tras la reunión, Jay concretó su primera venta, marcando así el inicio de un negocio de millones de dólares.
Con el dinero obtenido de la venta a “Coffee People”, Jay invierte en la producción de más fundas y en el alquiler de un puesto en el “Coffee Fest” en Seattle, la mayor feria-exposición de cafeterías en el mundo.
Pese a no haber conseguido una muy buena ubicación en la feria, al poco tiempo de haber instalado su stand ya estaban rodeados de dueños de cafeterías fascinados con el “Java Jacket”.
El producto fue un éxito total. Jay y Colleen estaban impresionados por la cantidad de pedidos que lograron concretar en apenas algunas horas:
“Nos presentamos en el ‘Coffee Fest’ de Seattle, y, antes de que estuviéramos listos, nos rodearon… Nos quedamos viendo como diciendo: ‘¿Qué sucede aquí?’… Todo lo que llevábamos en la camioneta lo vendimos en los primeros 15 minutos y nos llevamos pedidos de 150 tiendas.” -Comentaron Jay y Colleen.
Expansión y consolidación de un negocio de millones de dólares
Después del evento, el negocio comenzó a crecer a un ritmo imparable. Semana tras semana llegaban cientos de pedidos de cafeterías de todo el país. Al cabo de 6 meses, ya despachaban más de 100 cajas de fundas por día.
Para ese momento, el negocio seguía siendo casero. La pareja de emprendedores realizaba las operaciones desde su propia casa, pero entonces se vieron en la necesidad de conseguir una bodega para poder atender el crecimiento del negocio.
Estando ya mucho más organizados, vieron la oportunidad de consolidar su negocio a través de un factor clave: la personalización. Las cafeterías estaban interesadas en que las fundan viniesen personalizadas con su logo, por lo que no dudaron en hacerlo.
El negocio siguió expandiéndose hasta superar los 2 millones de fundas vendidas por día, convirtiendo así en millonarios a sus fundadores.
Pese a ser una idea aparentemente sencilla, la “Java Jacket” supuso una revolución tremenda para el mercado en su momento, pues se convirtió en una solución útil y práctica para los consumidores, y rentable y ecológica para las cafeterías, que ya no tenían que recurrir a soluciones como entregar doble vaso o usar vasos de espuma de poliestireno, los cuales fueron prohibidos en varias ciudades del mundo debido al impacto ambiental que generaban.
Starbucks, por su parte, también logró conseguir una patente de sus propias fundas bajo el nombre de “Coffee Clutch”; sin embargo, esto nunca supuso un peligro real para la empresa de Jay, que supo moverse con agilidad y estrategia para conquistar el mercado.
Actualmente, “Java Jacket” se posiciona como una de las cuatro compañías que más fundas para vasos de café venden en todo Estados Unidos. A medida que la empresa fue creciendo, se añadieron a su catálogo versiones del producto más ecológicas y amigables con el medio ambiente, siendo éstas fabricadas con papel kraft natural o 100% reciclable y compostable. Además, como dato curioso, la “Java Jacket” de Jay se exhibe en el Museo de Arte de Nueva York en una exposición que lleva por nombre “Obras Maestras Humildes”, junto a otros inventos geniales y a la vez sencillos, indispensables en la vida diaria, como el clip, el bolígrafo y la libreta post-it.
Así concluimos la inspiradora historia de Jay Sorensen, un exitoso empresario persistente y determinado que logró convertir un problema cotidiano en un negocio millonario que literalmente cambió la forma en la que se toma café en todo el mundo. En sus propias palabras:
“He tenido éxito porque he sido perseverante. Solo necesitas deseo y voluntad, incluso para hacerlo cuando otros te dicen: ‘no puedes’. Es increíble cuántas veces oigo decir: ‘¿Por qué no se me ocurrió a mí?’ Entonces, me alegro de que se me haya ocurrido a mí.”
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